martes, 25 de octubre de 2011

Viejos tiempos


La quietud y un silencio atronador invadían los pasillos de palacio mientras paseaba por ellos. No tenía un rumbo, lo cierto es que nunca lo he tenido así que esa noche no iba a ser menos. Las antorchas en las paredes proyectaban sombras de las finas cortinas que jugaban dentro y fuera de las ventanas dándole a la galería un aspecto fantasmal.
Llevaba la capa sobre los hombros, anudada en torno al cuello para tratar de cubrirme del frío que despedía la piedra del castillo, pero el aliento gélido de la noche ya se había pegado a mis huesos y mis dedos crujían como una puerta vieja.
Me paré en seco ante el dormitorio de la Princesa e hice lo mismo cuando pasé frente al de Elisabeth y Bryan.
Estuve más de dos horas caminando, era hora de tomar un trago.

No tardé demasiado en llegar al pequeño pero acogedor refugio de Helena, que me abrió la puerta sorprendida.
- Zack… - me miró con sus grandes ojos - ¿Está todo bien?

- No podría estar mejor, esperaba llegar antes de que hubierais cerrado, con la esperanza de tomar algo y entrar en calor
- Pasad – se apartó de la puerta y señaló con la mano al interior
- No quisiera molestar – a pesar de mis palabras mi pasos se dirigieron hacia dentro
- No molestáis, decidme lo que os pongo y me iré a dormir, como siempre – sonrió
- Lo de siempre entonces – le devolví el gesto y me senté, con cierta elegancia he de añadir, en una de las sillas y apoyé los codos en la mesa ligeramente
- ¿Algún día vendréis acompañado? – puso una jarra con suavidad delante de mí
- Es posible, cuando encuentre mejor cortejo que yo mismo – reí

- Cerrad cuando salgáis – la sonrisa permanecía en sus labios, pero negaba con la cabeza – Buenas noches, Zack – volvió a meterse tras la barra y escuché como la puerta de su dormitorio se cerraba antes de responderle
- Buenas noches, Helena


El Canto de la Zíngara había enmudecido, y yo con él. Permanecí inmóvil durante mucho tiempo sin mirar a ningún lugar en concreto. Demasiados pensamientos se agolpaban en mi garganta tratando de buscar un aire menos viciado que el de mi cabeza, y tras dar un largo trago decidí dejarlos salir utilizando mi reflejo en la jarra como único confesor.

- ¿En qué momento en el camino se han quedado? Tengo que haberme vuelto loco, ¿sabéis? – mi otro yo asintió – Apenas hace… dos años y algo que conocí a esos chicos. Eran como críos abandonados, perdidos en algún lugar. Ninguno de ellos se sentía parte de su propia vida, pero yo confiaba en que juntos podrían hacer grandes cosas – le di a mi silencioso testigo un par de toques en la frente con el dedo – Quizá, después de todo… estaba equivocado… - hice una leve pausa – Los recuerdo en aquel bosquecillo, mirando a todas partes y montando guardia para cubrirse las espaldas. Les he visto retroceder cuando uno de ellos se quedaba atrás. Cualquier alto en el camino era válido para reír, bromear e incluso a veces discutir. Han incendiado iglesias, hundido barcos, tratado de pasar desapercibidos en vano. Les he visto enamorarse, llorar, dudar y levantarse… - tomé aire, y otro trago – ¡Diablos! – señalé a mi alrededor – Aquí mismo estaban hace unos meses… acobardados, pero juntos. No se dan cuenta – mi doble sonrió, irónico – de lo poderosos que eran cuando se batían codo con codo, cuando avanzaban de la mano y no tenían nada más. Sí, tienen poder, poder y la posibilidad de hacer las mismas grandes cosas que al principio, pero su unión se desvanece… y se remueven en mis tripas la tristeza y la decepción – alcé la jarra y amordacé mis palabras un momento – Por los abrazos, las confidencias y promesas, los aciertos y errores, por la lealtad… por la amistad. Que los dioses os guarden, chicos… si decidís caminar solos – nadie brindó conmigo, pero apuré el contenido igualmente. Tras un leve suspiro me incorporé y solté una moneda sobre la mesa - Buenas noches compañero – susurré a mi paciente confidente, que me había escuchado despotricar sin pronunciarse al respecto.

Salí de la posada y me embocé con la noche. Otro día más.

2 comentarios:

  1. La unión hace la fuerza. El poder la corrupción. ¿Qué será más fuerte para ellos después de las tantas cosas que pasaron juntos? ¿Se dejarán vencer por las trampas de la vanidad?
    Aún están a tiempo, solo hace falta que alguien les abra los ojos... o que suceda algo mayor para que se den cuenta de que deben permanecer unidos.
    Es tiempo de disfrutar, vivir... ¿y qué menos que hacerlo en Metáfora?

    ~Chrystalle~

    ResponderEliminar
  2. Me sorprendió veros tan reflexivo. Dicharachero y parlanchín en compañía y reflexivo en soledad...en el fondo no nos diferenciamos tanto.

    Había oído de gente que se desahogaba con la bebida. ¿Pero desahogarse con el reflejo de uno mismo en el fondo de un vaso? ¡Jamás! Sois original hasta para ahogar vuestras penas, Zack.- Eddy

    ResponderEliminar