jueves, 27 de septiembre de 2012

Montaje


Damas y caballeros, es un gran placer para mí enseñarles este cacho de cacho de montaje realizado por la fabulera de Nereida ^^.

Como sin explicación quizás no se entienda, la cara de ella es la de su antepasada (que curiosamente coincide con la suya propia) y la de él la del ya conocido por algunos, señor Aleksander Piatroski.

No me preguntéis como, pero no se nota nada el montaje O.O

Gracias Nere!^^

martes, 25 de septiembre de 2012

El precio de la vida...

Bueno señores, cuelgo esto porque por fin he arreglado las cosas de la moneda.
Lamento la tardanza pero, honestamente... me daba una pereza...

Aquí va, se aceptan ruegos y preguntas:


1 Luar tiene 2 Tir
1 Tir tiene 50 umbra

Luar: Luz de la noche (gallego)
Umbra: Sombra (latín)
Tir: Tierra (galés)

Sueldo medio-bajo en Ushâr: 10 luar  (medio bajo quiere decir... por ejemplo, el suelto de un agricultor).


Mi intención es hacer una tabla con costes de cosas varias, pero quería ver primero si esto se entendía.

Ya me contáis ^^

domingo, 23 de septiembre de 2012

Jaque mate

Después de un tiempo, en el que todo parecía muy gris. Todo se vuelve tan oscuro... que hay que reunir el valor para retirar el velo, y buscar una salida. Porque en el juicio todo estaba manchado de mentiras, tantos sinsentidos. Y ahora otra vida, como la de tantos otros antes, está en peligro. Y a ella no parece no importarle.

Tal vez el hastío por una carga demasiado grande, durante demasiado tiempo. Una vida en la que empiezo a adentrarme, buscando a ciegas una respuesta. Y todavía no sé por qué me importa tanto. En poco tiempo, ella me ha hecho ver la niebla, lo oscuro de mi interior, y me ha enseñado a aceptarlo.
También a quitarme la cadena que durante tanto tiempo me he impuesto. Y aunque el objetivo se ve cada vez más cercano, menos sentido le encuentro a mi presencia en ese lugar.

Lo que intenté por primera vez, fue condenado.
Ahora otros toman el testigo, y son aclamados por ello.
Una pieza inútil en el tablero.

Y aunque me retire del juego, libre por fin, siento de veras que estoy haciendo algo importante.
Volveré a viajar, volveré a sentir.

Detenerse es marchitarse y morir

jueves, 20 de septiembre de 2012

Mi lugar


Nunca pensé que acabaría en un lugar como este. Cada día me encanta más estar aquí, sobre todo después de mi primera misión en Escocia, con desapariciones, castillos con fantasmas y un laberinto que tan solo aliviaba el reclamo de un alma solitaria en busca de la salida o de al menos... compañía.

Esa sensación que deja el hecho de haber ayudado a alguien, aunque en este caso... ese alguien ya no estaba en este mundo, pero aún así incluso ellos pueden llegar a ser felices.
Voy a extrañar el grupo, a pesar de que ese tipo era un tragón y me sacaba de quicio, y ella me echó la bronca alguna vez por mi humilde e insaciable curiosidad. Seguro que nos volveremos a ver.

Ahora estoy con Christian. Al final Michel ha decidido asignarnos como compañeros permanentes, con una sutil prueba.
¡Auch! ¡Me duele todo el cuerpo!

Hemos luchado contra enredaderas que nos han atacado sin ningún tipo de reparo, y no contento con eso, el suelo se ha caído bajo nuestros pies y hemos acabado nadando con sirenas.
¿Dónde están las sirenas de los cuentos que eran maravillosas y dulces? ¡Porque estas han intentado comernos!

En fin... a pesar de todo esto, sé que es el comienzo de algo bueno, algo que podré usar para ayudar a los demás y tener aventuras también.
Este es mi sitio, el lugar al que quiero pertenecer.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Volver a nacer


Una bocanada de aire entró a través de sus fosas nasales, como si de algún modo volviera a nacer. Abrió los ojos despacio descubriendo ante él a la oscura noche que plagada de estrellas parecía un manto impenetrable. Lo último que recordaba era a sí mismo hundiéndose, y la visión poco alentadora de varias mujeres parcialmente desnudas nadando hacia él a toda prisa, con una sonrisa cruel en los labios.
Estaba tumbado sobre la arena, fría. El helor se había refugiado en cada rincón de su cuerpo, carcomiendo sus huesos y haciéndole temblar. Descalzo, apenas vestido y con varias algas anudadas casi decorativamente en sus brazos y en la melena, Razvan se sobresaltó cuando al mirar a su lado se percató de una figura que le observaba. Retrocedió ligeramente sin levantarse y sin dejar de mirarla, cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos, como intentando cerciorarse de que no se trataba de un espejismo, producto posiblemente de haber tragado demasiada agua de mar.
La silueta no era ni más ni menos que la de una mujer. Tenía el cuerpo sumergido en el agua hasta la altura de la cadera y el resto descansaba sobre la orilla, totalmente desnudo aunque cubierto por una larga cabellera levemente mojada.

- ¿Quién… quién sois?
- Nimué – su voz era suave, como el mar en calma, casi parecía que el viento la arrastrase hasta sus oídos
- Razvan – tragó saliva - ¿Sois una…?
- ¿Sirena? – ella sonrió con dulzura y negó con la cabeza, haciendo moverse el collar de pequeños trozos de coral que llevaba prendido al cuello – Nereida
- ¿Nereida? ¿es similar o…? – aun trataba de ubicarse, de centrarse, apenas podía terminar una pregunta sin empezar otra en su cabeza
- Quien no nos conoce nos confunde a menudo. Las sirenas son malvadas, no quedaría nada de vos si yo fuera sirena, y sin embargo – lanzó un breve vistazo a su espalda y del agua emergió una larga cola similar a la de un pez, terminada en un par de aletas grandes y casi translúcidas, de un color azulado que perfectamente se confundía con el mar – somos muy parecidas a simple vista
- Comprendo – sonrió escuetamente, algo más tranquilo - ¿Cómo he llegado…? ¿me habéis traído vos?
- Así es – rió – Las sirenas devoran a los hombres que se extravían en el mar, nosotras los llevamos a casa
- Pues… gracias – esta vez su sonrisa fue franca
- ¿Por qué saltasteis?
- ¿Disculpad?
- Iba siguiendo el barco, el lugar estaba plagado de sirenas y si algún marinero caía al agua estaría perdido, así que seguí vuestra estela… y – dio un par de suaves aletazos – Os vi saltar. No caísteis, he visto a muchos caer por la borda, pero vos saltasteis – parpadeó, curiosa - ¿Por qué?
- En primer lugar… ignoraba que esa zona fuera hogar de sirenas y en segundo lugar… bueno, estaba escapando, así que… - una ráfaga de aire le hizo recordar que su cuerpo estaba entumecido hasta los huesos y se abrazó a sí mismo
- ¿Escapando? ¿por qué? ¿de qué? ¿no eran amigos vuestros esos hombres?
- No, señorita, eran mis carceleros
- No parecéis malvado – sonrió encogiéndose de hombros
- Supongo que ellos no juzgaron lo mismo – un ruido a su espalda le hizo girarse repentinamente

Juraría que algo se había movido… y sin embargo allí no había nada, solo arena y silencio. Suspiró, y al volver la vista al agua, la joven había desaparecido dejando solamente, en el aire y tras de sí, un leve chapoteo de espuma y sal. Varado en la orilla descansaba un collar de coral. Razvan lo observó durante un momento y una ola lo trajo con suavidad hasta sus pies, dibujando en sus labios una sonrisa. Lo cogió con ambas manos y se lo anudó con cuidado en la muñeca, luego dirigió la mirada al mar y como si ella pudiera escucharle o responderle, preguntó con voz queda:

- ¿Volveré a veros?

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Grilletes contra el vuelo


Sentado sobre el marco de la ventana, como cada mañana, contemplaba el amanecer tras las casas de la ciudad. A pesar de lo repetitivo del suceso, a sus ojos un amanecer nunca era igual que otro. Le fascinaban, su mirada se perdía más allá de las nubes anaranjadas, tratando de imaginar qué habría al otro lado. A menudo soñaba con volar, más allá de los grilletes y los muros, más allá incluso de las nubes y el alba, saludar a la mañana desde lo alto, como las aves. Sin embargo, su sino era aquella prisión de arena donde todo se pudre por dentro.
Dirigió la mirada a sus extraños brazaletes, colocados desde hace años en torno a sus muñecas. A ojos de cualquiera podrían parecer pulseras poco ostentosas, llenas de grabados y símbolos que a simple vista pasaban desapercibidos.
Se encontraba recostado cuando un pájaro pequeño, del tamaño de un ruiseñor pero con los colores vivos del cielo, se posó sobre su vientre. El roce de las diminutas patas del ave sobre la piel desnuda le hizo sonreír, como si el animalito le hubiera hecho cosquillas.

-        -  Buenos días – pasó el dedo índice con suavidad sobre la cabecita emplumada y el pájaro cerró los ojos – Es temprano – y asintió como si comprendiera el silencio del animal – Lo sé, para mí también lo es, pero me gusta ver esto – añadió señalando hacia afuera con la mirada

Pasó un rato en compañía del animal, acariciándole el plumaje despreocupadamente, hasta que un par de golpes en la puerta interrumpieron su paz.

-       -  Márchate, tú que puedes – susurró al pájaro poniéndole la nariz en la cabecita mientras, a su vez, el ave emitía un leve y dulce silbido. Luego, la dejó volar hasta perderla de vista.

De nuevo, dos golpes en la puerta. Casi los había olvidado, al igual que su encierro, pero la voz de quien le aguardaba fuera se aseguró de recordárselo:

-       -   Khalid, tenéis trabajo. Preparáos.