miércoles, 31 de agosto de 2011

¿Lobo o cordero?



Paseaba lentamente calle abajo, arrastrando los pies por el suelo empedrado como los arrastraría un reo al que llevan al patíbulo. Miró tímidamente a ambos lados para comprobar que ellas seguían allí... amigas o verdugos no sabría decirlo, pero ambas caminaban alegremente, emocionadas al verse involucradas en aquella pequeña aventura.


Suspiró bajando la mirada una vez más hacia el objeto que llevaba en las manos."Cuentos populares" leyó en la cubierta acariciando el gastado cuero. Si los libros pudieran hablar, seguramente aquel tendría muchas cosas interesantes que contarle sobre su excéntrico dueño. ¿Qué clase de caballero reaccionaría con tanta calma ante una intrusión en su propia casa? Debía de ser un personaje realmente extraño... claro que teniendo en cuenta que ella se había colado en aquella casa a hurtadillas como una vulgar ladrona, quizá tampoco fuera la respetada señorita que supuestamente debía ser.

-Buenos días señor Preston- saludó a su vecino saliendo por un momento de su ensimismamiento y obligándose a esbozar una tímida sonrisa. Desde pequeña había tomado la costumbre de adjudicar un personaje ficticio a cada rostro conocido. "Un ratón de campo al que algún duende travieso transformó en rico señor." Pensó mientras observaba los andares nerviosos del anciano, hasta le pareció ver en los ojos de él un gesto de complicidad cuando se tocó el sombrero a modo de saludo. La leve sonrisa dejó entrever los enormes incisivos superiores.

Lo siguió un momento con la mirada, al volver a mirar al frente se dió cuenta de que acababan de llegar a su destino. La casa se alzaba ahora ante ella, y por algún motivo le pareció mucho más imponente y lúgubre de lo que le había parecido aquella mañana. Abbie y Ellen prácticamente la empujaron hacia la puerta de la entrada antes de esconderse entre los matorrales y sintió que se le aceleraba el corazón como un caballo desbocado. Aferró el libro fuertemente contra su pecho y tragando saliva llamó a la puerta del desconocido que iba a ser su esposo.
"Nyeeeeck" - ronroneó la puerta al abrirse-.

-Reconozco que no esperaba veros por aquí.- dijo el señor Kayne, divertido. El corazón se le paró en seco. El libro cayó en un revuelo de hojas hasta chocar contra el suelo y le pareció que quedaba abierto por la ilustración del lobo feroz...

sábado, 27 de agosto de 2011

Una nana deseperada

Y mis ojos se llenaban de lágrimas a cada paso que daba por esa calle. Si alguien le ponía música a ese lugar, y a las personas que allí vivían, estoy segura de que sería la más triste y desesperanzada de las melodías. La miseria era una gruesa manta que cubría las calles y a medida que nos adentrábamos por ese callejón que parecía no tener fin, mi alma se rompía poco a poco, tal vez casi sin darme cuenta.

Al caminar nos acompañaba una triste canción que salía de lo que quedaba de voz de una pobre mujer. Allí estaba, acurrucada en el suelo tarareando una nana, y es sus brazos sostenía un bulto. Supuse que era un niño pequeño, así que me acerqué para ofrecer mi ayuda, si la necesitaba. Cuando alzó la cabeza me encontré frente a un rostro totalmente demacrado, sus ojos eran surcos en la cara y su expresión desolada. Pero si esto ya casi me dejó sin aliento, creo que no podría explicar lo que sentí cuando vi lo que acunaba. En efecto era un niño de unos dos años aproximadamente, o al menos eso tendría antes de morir. Di un salto hacia atrás, jamás creí que podría encontrar algo así. A pesar de estar ya casi en estado esquelético, la madre seguía acunándolo entre sus brazos, y la verdad es que no parecía querer dejar de hacerlo. Estaba convencida de que su niño pequeño estaba dormido, y nosotros tuvimos que convencerla de que ese sueño era tan hermoso que él nunca querrá despertar de él.

La mujer se lo llevó lejos, tan lejos que tuve que seguirla durante tres horas. Acabamos en una playa y casi sin darme cuenta me encontré corriendo tras ella a través de una pasarela que acababa en el mar. Cuando saltó al vacío algo me impulsó a querer salvarla, no podía dejar que muera, y entonces mi cuerpo saltó tras el de ella intentando agarrarla. Cuando salté se me paró el corazón, bajo aquella pasarela no había solo mar, era un acantilado que acababa en un montón de rocas que salían del mar. Intenté esquivar las rocas pero mi cuerpo chocó con una y sentí un terrible dolor. Mi cuerpo empezó a caer e intenté aferrar la mano de aquella mujer, pero no lo conseguí. De repente sentí un peso sobre mi cuerpo y algo que me agarraba y me sacaba del agua. Era Korvash. "¡La mujer!"- grité, y él se sumergió en el agua para sacar a la mujer. Tardó solo un momento, pero momento que se me hizo eterno. Cuando llegamos a la orilla vi mi costado lleno de sangre, y estoy segura de que en ese momento Korvash hubiera querido matarme. Pero me daba igual, la mujer a pesar de estar inconsciente seguía con vida. Sabía que esa mujer que le había dado tanto amor y cariño a su hijo, incluso después de fallecer, no podía morir.

Si yo hubiese recibido solo una pequeña parte de ese amor, hubiera sido la persona más feliz del mundo.

viernes, 26 de agosto de 2011

No soy un héroe

¿Cómo era posible que se hayan olvidado de tal manera?

Personas mugrientas y famélicas por doquier, devorados por las moscas. Padres que no han tenido infancia renuncian a comer para dar la únicas migajas que hay en la mesa a sus hijos. Niños que juegan en su imaginación a ser héroes y salvar a toda su gente. Madres que no quieren creer que su bebé ha fallecido entre sus brazos mientras le cantan una nana...

Como si así pudieran despertar de aquella pesadilla que es la calle de los niños.

¿Cómo diantres alguien puede ignorar esta miseria?

Toc, toc...¿Hola, reinantes, senescales, consejeros, reyes, nobles, ricos...? ¡El pueblo está aquí, detrás de vuestras monedas y blancos muros de vuestros impresionantes y lujosos castillos! Mirad por encima de vuestro pomposo culo y veréis que se muere...el alma de este reino se muere.

Después de las maravillas del pueblo llano de Drakooner, no podía imaginar encontrar la misma miseria en Metáfora que en el mundo humano. Pensaba que la descompensación y las injusticias de riquezas no me tocaría las narices aquí en Metáfora. Me equivocaba. Ushar me ha demostrado que este mundo puede ser igual de cruel, mezquino y pobre que el mundo real. Aquí hasta los niños mueren. La inocencia también muere. Lo cuál contradecía totalmente este mundo.

¿Por qué me recuerda todo esto a Whitechapel...?

Y dicen que los niños son el futuro... entonces en Ushar no había futuro alguno. Al menos para los niños de la calle no.

Metáfora hasta ahora parecía un paraíso para la inocencia y la infancia. Entonces...¿por qué en Ushar los niños mueren de inanición? ¡Los niños!

Descuidad lo que queráis...pero no a los niños, por favor.

¡Vale! ¡Os estoy viendo mi amigo lector! Veo vuestro ceño fruncido y las preguntas que os estáis haciendo sobre mí: ¿Desde cuando el independiente Ed se preocupa por los demás? ¿Por qué el despreocupado Edward tiene un ataque de altruismo? ¿Por qué una persona que solo se ha centrado en salvar el culo durante toda su vida quiere arriesgarse por los demás...?

Podéis pensar de mi todo lo que queráis, y de todas ellas ciertas. Sí, sí...sé los adjetivos con los que me etiquetaríais: Estafador, ruin, dicharachero, confuso, mezquino, divertido (¿por qué no...?), cobarde, caótico, desesperante, timador, mentiroso, farsante...

Sí...soy todas esas cosas y ninguna a la vez.

Pero aún tengo corazón. Sí...lo tengo, ¡no os hagáis el sorprendido querido lector! Y por ello aún tengo el valor de poder ver la miseria cara a cara...como todos estos años. Aún tengo ojos y no voy a cerrarlos solo porque lo que vea me disgusta.

Y no hay nada que me reviente más que una infancia echada a perder. Supongo que porque me pilla cercano ese tema.

¿Y qué hacen los de arriba? Nada...
¡NADA! Me recuerdan tanto a esos bigotudos burgueses a los que estafaba en Gran Bretaña...que ganas les tenía. ¿Por qué aquí deberían salir impunes de mis chanchullos?
¿Y qué hacen los de abajo? Mantener a los de arriba con sus frágiles brazos.
El pueblo dona lo poco que les sobra para ayudar a esos niños...pero no es a ellos a los que les sobra el dinero en las arcas.

En el castillo ellos tienen el todo el poder y aquí en el pueblo solo se tienen los unos a los otros.

¿Pero qué demonios puedo hacer yo...? ¿Y por qué quiero ayudarlos? ¿Por qué quiero seguir haciendo daño a los tiranos empapelados de dinero? Nunca me he atado a nadie ni a ningún lugar... pero podría ayudar...


¡No, no no! ¡Yo tengo mis propios problemas...! A mi no me interesa nada de todo esto. No gano nada ayudando a este pueblo. Pero...¿por qué me revienta tanto? ¿Por qué no puedo irme y no mirar atrás? La desvergüenza de los nobles me debería dar igual (pero nunca lo hizo). La miseria de esta gente no debería afectarme. Nunca lo ha hecho...o he sabido enmascararla
Debería andar e irme a otro lugar. Gastarme todo el dinero que gané con la estafa y ya está. Irme a unas islas y tumbarme en una playa, quizás ponerme moreno...

¿Por qué me cuesta tanto dejar toda esta ruina atrás...? ¿Por qué me cuesta aún perdonar a los déspotas que tienen el poder? Después de dejar en la miseria a nobles, ferroviarios, burgueses...todos ellos magnates capitalistas sin escrúpulos ¿aún no han aprendido? ¿Tendré que enseñarles yo a estos nuevos desgraciados con riquezas lo efímero que es el poder? ¿Tendrá que entrar Edward Austen en acción una vez más? Es posible...y, para qué negarnos, ya le tenía ganas a un nuevo plan desde la estafa en Londres, el cuál me dejó mal sabor de boca porque podría haberles sacado aún más dinero del que se merecían.


Y también está lo de la prisión en el cielo. Mi padre, la espiral...
¿Se te acumula el trabajo, Austen? ¡Pues mueve el culo!


¿Por qué me costará tanto perdonar...?
Después de todo lo que pasó en Londres y aún me cuesta dejar que los ricos se salgan con la suya...

¿Aún me siento impotente porque nunca podré sentirme satisfecho con mi venganza personal contra el mundo?

Es posible.

Edward Austen quizá tenga que actuar. Todo este embrollo tiene los ingredientes necesarios. Gente que pide a gritos ayuda y ricos que viven maravillosamente sin aflojar ni una moneda para los que lo necesitan. Es posible...y además, están mis socios (¿¿amigos??). Y sé que la señorita lady Aeryn estaría encantada de ayudarme. De hecho, es la que me ha entusiasmado con la idea de pasar a la acción.

Deberíamos darle al pueblo lo que es suyo. Pero ante todo lo que quiero es ver el miedo de los ricos al ver que toda su materia es perdida (o aprovechada por el pueblo, según se mire). Como...cuando yo lo perdí todo, solo por dinero.

Pero no os equivoquéis conmigo, amigo mío. Todo esto no es altruismo. Edward Austen no conoce eso, ni siquiera es...bueno como podría serlo Ethan. Lo que me ha movido durante toda mi vida no es algo bueno. Todo esto es una venganza personal que llevo ejecutando desde mi infancia. Mi venganza contra el mundo. El mundo sabe por qué.

Estafador, ruin, dicharachero, confuso, mezquino, divertido, cobarde, caótico, desesperante, timador, mentiroso, farsante, atrevido...

Todo eso aparento. Y nada soy en realidad.

Y sin embargo...hay algo que sé que nunca seré.

Porque Edward Austen puede ser muchas cosas... pero no es ningún héroe.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Recuerdos XIII

Los años fueron pasando cada vez más rápido. Me di cuenta que el tiempo pasa con más velocidad cuanto más creces, o también cuando más divertido es el momento. Ya cumplí los diecisiete años, a los quince pensé en escaparme del orfanato con Phoenix, pero él me dijo que aún era demasiado pronto. Aunque yo me sentía más mayor que nunca. Pero le hice caso y esperé. En realidad me decía que me fuera a los dieciocho para tener menos problemas, sin embargo ya estaba cansada de esos muros que aprisionaban y las burlas diarias de mis compañeras.

Hablaban constantemente de chicos, y de cómo querrían que fuera su pareja cuando salieran de ahí. Yo me quedaba aislada, era un tema que no me interesaba demasiado. Otras veces me gastaban bromas pesadas, o se metían con mi cuerpo. Tenía quince años y ya había sentido cambios que nunca me indicaron que sufriría, por suerte alguna chica amable me tranquilizaba explicándomelos. Pero ¿a quién le importaba lo que decían la idiota de Claudia y sus amigas? Lo que me importaba era todo lo que Phoenix me decía.

A los dieciséis comenzaba a ver a Phoenix más detenidamente. En fin, nunca antes me fijé en su gran atractivo, sino simplemente en lo dulce y bromista que es. Pero no me dejaba llevar por ese extraño sentimiento y era la misma de siempre.

Así que a los diecisiete años, decidí que llegó el momento de vivir aventuras a su lado. O al menos no estar aprisionada en un mismo lugar día tras día. No hubo demasiada complicación, Phoenix simplemente me sacó de allí, como aquella vez que fuimos a Escocia. Ni me enteré de que habíamos salido cuando de pronto escuché el ruido de la gente mientras hablaba, o los comercios ajetreados. Me sentí más libre que nunca, pero a la vez sin un lugar al que ir.

Sin embargo eso no importaba, mientras no estuviera sola podría sobrevivir en las frías calles de Londres.

Fábulas, Enigma


Buenas tardes, damas y caballeros, me complace decirles que al fin...
Habemus logo!!^^

domingo, 21 de agosto de 2011

Día de sorpresas

Ha sido un día cargado. Es increíble ver como Elisabeth, Drusila, Phoenix y yo nos hemos unido. Investigamos algunas cosas acerca del asesinato de la mujer de Bryan, y también tuvimos charlas bastante amenas. En fin, no es culpa de ellas que todo el lío se les eche encima.

Pero bueno, lo mejor de este día ha sido el final. Siempre quise saber sobre Phoenix, pero nunca quise preguntarle porque, bueno… no quiero presionarle a que me cuente sus cosas. Sin embargo no me sentó bien que Drusila pudiera averiguar más que yo con solo tocarle. Así que quería saber al menos lo que vio.

Tras divagar por las sombras de un pasado algo confuso, decidí preguntarle por algo de lo que se arrepienta… o no. Y no pensé que la conversación llegaría hacia un crimen cometido hace dos años. Arrancar la vida a un hombre que al parecer decidió que lo mejor era separarnos. No entiendo aún cómo pudo hacerlo, pero no puedo juzgar porque quizá algún día hasta yo misma me sorprenda de lo que soy capaz de hacer. Aunque espero que jamás suceda tal cosa.

Luego me tendió una caja. En su interior había algo que olvidé, algo que mis padres destruyeron y que Phoenix volvió a crear. Mis dibujos de cuando era niña, el recuerdo me enterneció, e imaginarle buscando los pedazos ya provocó que alguna lágrima se me escapara.

Había perdido la noción del tiempo, tanto que me sorprendí cuando Phoenix me reveló que era mi cumpleaños. Diecinueve años, ¿quién lo diría?

-¿Quieres tu regalo de verdad?- Me preguntó.

-Sí.- Me acerqué a él.

-Vaya, ¿no te ha gustado este?- Me señaló la caja. ¡Pues claro que me había encantado! Lo que pasaba es que el muy torpe no entendía que lo que buscaba era otra cosa más.

Aún así, para mi sorpresa, me tendió una esfera de cristal. Claro, cristal, muy gracioso. Bueno, ya me acostumbré hace años a que la gente relacionara mi nombre con ese vidrio transparente. Me reí para mis adentros.

Dijo que la abriera, y por mucho que miré no sabía cómo hacerlo. Entonces me confesó que debía pedir un deseo.

Estaba clarísimo…

“Deseo que Phoenix permanezca siempre a mi lado”. Pensé.

Y después al echarlo hacia arriba, su forma cambió hasta crear un hada que voló hasta el cielo, fundiéndose con las estrellas.

Si de verdad se cumple ese deseo, nunca tendré que pedir nada más.

Y para rematar mi cumpleaños, por fin me regaló aquel beso anhelado. Por supuesto que estoy enamorada de la belleza, ¿...o es qué acaso lo que me hace sentir no es hermoso?

martes, 2 de agosto de 2011

Sonrisas perdidas

A la luz de una llama que amenaza con morir, mis pensamientos se pierden y vagan por un pasado que se lamentaría por lo que ha llegado a ser en el presente. Miraríamos horrorizados en lo que nos hemos convertido, y guiaríamos nuestros pasos hacia un futuro más brillante. Quizás podríamos rectificar sobre lo andado.

De saber lo que nos aguardaba, dudo que ninguno hubiera aceptado el poder obtenido por la fuerza. Aceptamos la lucha por un ideal que se hace más difuso a cada día, cada vez nuestro objetivo inicial está perdido.

Sentimos miedo por nuestra vida, ante un peligro real y palpable. Pero no nos faltaba una pequeña luz, una leve lazada de dicha que abrazaba el corazón. Nos sentíamos libres por abandonar Londres, donde teníamos una vida que no sentíamos nuestra. Hemos vuelto a encerrarnos, en una cárcel de cristal.

Añoro los días en los que el camino a seguir era tan claro como si una arboleda dejara un arco, marcando el camino. Necesitamos una nueva huida, una nueva marcha con destino incierto, lejos de mentiras veladas y verdades a medias. Necesitamos mirar hacia atrás y sentir