miércoles, 28 de marzo de 2012

Tan sólo una respuesta


Y encontre sus ojos en un camino de dudas dejando atrás todas las preguntas del camino...
... Supongo

Preguntas a una luna esquiva


¿Por qué cuando las estrellas se caen puedes iluminar la noche con tu sonrisa?...

... Supongo

Entre mares de nubes


No... entiendo... todo es tan confuso y tan lento pero a la vez tan rápido que apenas puedo llegar a  reaccionar. Sus palabras, sus gestos. Una atronadora marcha de caballos amenaza con escaparase de mi pecho y cientos de huracanes se arremolinan en mis labios sin tener claro si respirar o resoplar entre vueltas...
Apenas intento responder y sus palabras y sus gestos se me acumulan en un interminable debe que se me antoja eterno. Buscas palabras como quien cuenta los granos de arena que la marea deja sobre tus pies, antes de acabar ya ha llegado otra ola, y luego otra, cada una de ellas más desconcertante que la anterior, y más cálida, y más cercana...
No, no, piensa Samuel, te atropellas y no ves lo que es, cuanto es, los límites, los espacios... tu posición al otro lado, es allí donde estás, da igual lo que creas oir o pienses, o quieras creer, estás al otro lado.
Más allá de la piel erizada y las palabras ahogadas por un necio beso furtivo que no se atreve a salir, ni la mirada cómplice, ni el gesto que quieres ver en su mirada.
Es la maldición del necio. Remar entre nubes solo te hace creer que puedes volar, aunque tus pies siempre tengan que tocar algún suelo...

... Supongo

lunes, 19 de marzo de 2012

Jack Frost (2ª parte)

Se balanceó aferrado al extremo más alto de un fino tallo verde, y con cada vaivén iba ganando más y más intensidad, utilizando todo su cuerpo para propulsarse. El viento volvía a golpearle con fuerza la cara y su estómago era un hervidero de cosquillas, producidas por el vértigo y la velocidad.

El tallo se tensó tanto que se encontró casi a ras del suelo en aquella vuelta, y aprovechó para apoyar en tierra firme las piernas flexionadas, dando un último y enérgico impulso que lo elevó describiendo un nuevo arco aún más pronunciado que los anteriores. Se soltó cuando estuvo en el punto más cercano al alféizar de la ventana que era su destino y se encontró volando por los aires durante unos cortos segundos hasta que sus pies volvieron a estar sobre firme.

Rodó varias veces sobre sí mismo por la inercia, quedando finalmente sentado sobre una superficie lisa y agitó la cabeza tratando de deshacerse de la sensación de mareo momentáneo. Sonrió ampliamente al ver ante sí el enorme cristal impoluto que iba a hacerle las veces de lienzo.

Escuchó un leve batir de alas tras de sí y se levantó de un salto sacudiéndose la ropa despreocupadamente.

-¡Ya era hora señorita tardona, llevo horas esperando! – le increpó antes siquiera de girarse.

Un pequeño cuervo negro vino a posarse a su lado con una fugaz mirada de reproche, colgando de su pico llevaba un enorme bote de pintura que soltó con cuidado ante él. Jack sacó de su zurrón un pincel del tamaño de su antebrazo y sumergió las cerdas en la pintura de escarcha sin apartar la vista del cristal.

-¿Cómo crees que deberíamos pintar este? – le preguntó a su amigo que ladeó la cabeza para mirarlo dubitativo antes de emitir un suave graznido en respuesta.

-¿Tú crees? – dijo Jack divertido, dándose unos golpecitos en la barbilla como calibrando la posibilidad; el cuervo volvió a graznar, esta vez con más decisión - Muy bien… ¡¡¡Estrellas, pues!!!

jueves, 15 de marzo de 2012

Jack Frost (1ª parte)

Se movía grácilmente, trepando entre las pequeñas ramitas, saltando de hoja en hoja, brincando siempre en sentido ascendente mientras silbaba entonando una alegre melodía. Una súbita ráfaga de viento gélido le revolvió el pelo y se paró un instante para disfrutar plenamente de aquella sensación, meciéndose suavemente sobre una pequeña flor arbórea. El frío siempre le hacía sentirse más vivo. Las manos le hormiguearon de expectación al pensar en que al fin, después de todo un ciclo, se acercaba de nuevo su momento.

Apretó el ritmo de la marcha, se encaramó al extremo de una larga rama y puso los brazos en cruz haciendo equilibrio mientras la recorría rápidamente con pasitos ligeros hasta llegar a la base del tronco, donde un pequeño hueco natural hacía las veces de cueva improvisada y, en ocasiones, servía como hogar para algunos de los animalillos del bosque.

Jack saltó dentro de la oscuridad que brindaba la madriguera, sin temor ninguno, y posó un dedo índice sobre el pico del oscuro cuervo que allí dormitaba. La escarcha surgió de su mano y comenzó a teñir de una fina capa blanca la nariz de su amigo, que se despertó de un respingo.

-¡Despierta dormilona! Es hora de salir de esta cueva… - hizo una floritura con la mano haciendo aparecer, como por arte de magia, una tiza blanca entre sus dedos –Ahora… ¡¡¡Nos toca pintar!!!

domingo, 11 de marzo de 2012

Silencio


Vuelve a soplar el viento frío. Las sombras se apelmazan en el alma, los sueños se amotinan.


Un bebé llora en su cuna, su madre no consigue apaciguar su llanto. El pequeño aún desconoce los monstruos bajo la cama, el hambre, la enfermedad y la miseria, pero su diminuto corazón tiembla de miedo al compás de la tormenta.
Él siente lo que se avecina, y como una plaga su lamento se contagia más allá de las nubes, a través de las montañas, haciendo enmudecer al silencio.



Vuelve a soplar el viento frío... y con él, la luz de la vela se apaga.

Donde los sueños tienen tanto poder,
las pesadillas devoran el alma.