lunes, 27 de febrero de 2012

Inseguridades



Finalmente lo hice. Ahora pertenezco a la Sociedad de Cuentacuentos.
No importa si en un futuro me arrepiento, quizá porque no pueda abandonar o no tenga toda la libertad me que gustaría tener.
La libertad es algo demasiado difícil de conseguir, todo el mundo está preso en algo. Incluso en sus propios pensamientos y actos.

Puede que no tenga mucho tiempo para encontrar a Phoenix.
Pero no soy tan impulsiva como para aceptar misiones por doquier sin haber entrenado antes con mi habilidad o con cualquier otra arma. Soy débil y mi propio poder me controla.

Un poder que al parecer es de nacimiento.
Phoenix siempre me ha resultado un ser misterioso, un libro cerrado con una cerradura que no se deja nunca forzar. Aunque yo tampoco he querido obligarle jamás a que me hablara de sí mismo.

¿Quién eres, Phoenix? ¿Conocías ya ese detalle sobre mí?
Tantos años... y sé de ti lo mismo que supe al principio de conocerte. Solo tu nombre, tu condición y pocos detalles más.

¿Dónde estás? ¿Acaso tienes algún enemigo? ¿Tiene que ver tu desaparición con tus sentimientos hacia mí?
Ya me contaste una vez que mataste a un hombre por ello, por el simple hecho de que has cambiado tu visión de mí.
O puede que se trate de alguien a quién yo misma he molestado...

Pero ya no me importa el por qué. Solo quiero averiguar dónde. Encontrarte y salvarte. Me siento como si ahora yo fuera la amiga imaginaria. Sé que puedo y lo haré.

Aunque me cueste la libertad. Aunque me cueste la vida.

Y después... prométeme que recibiré al menos una explicación.
Muéstrame tu verdadera identidad para conocer a esa persona de la cual me estoy enamorando y saber... si debo continuar haciéndolo.

viernes, 24 de febrero de 2012


Estúpido, estúpido Samuel. Que cerca de echarlo todo a perder. En que estabas pensando, si es que eres capaz de hacer algo así. El dolor lacerante de una de las flechas me recorre la espalda mientras adivino los ojos fríos y censuradores de Tomás. No me atrevo a mirarlos. Todo cuanto quiere... Se ha lanzado a otro mundo sin curar sus heridas, sin dudarlo un sólo segundo y ha estado,en breves segundos de perderlo todo, porque no te paraste a pensar en las consecuencias. Faerah intenta animarte busca tu sonrisa. LA devuelvo sin llegar a creermela. Es mejor que ella no se preocupe más de lo que lo hace. Ha cruzado donde temía volver para ayudarme, no puedo resultar tampoco una carga en esto.

Tomo aire, cada grano de arena de un reloj de arena se convierte en una montaña que me separa de ellos.

Estúpido necio, no tienes derecho a fallar...

... Sin tiempo a suponer...

lunes, 20 de febrero de 2012

Retazos de batalla 2

- Pensábamos que este día no llegaría... pero aquí estamos... - hizo una pausa recordando lo que su padre le había dicho - ¡Cuidad de vuestra montura y ella cuidará de vosotros!

Fianna se posicionó liderando alos suyos, tal y como la reina le había encomendado. El campo de batalla se le antojaba eterno. Le temblaban las manos. La oratoria no era su punto fuerte, suerte que al menos era consciente de ello. Había empezado a escribir cientos de discursos, en vano... además, se sentía minúscula y sola en medio de tantos soldados.
Nunca había estado en combate "menuda una forma de estrenarse..."

- A su orden, señora - la voz de su padre la sacó de sus pensamientos, posicionándose a su derecha
- P... ¿padre? Deberíais estar atrás...
- ¿Y dejar que tú solita te lleves toda la gloria? - su hermano apareció a su otro lado sacándole la lengua

Un fuerte soplo de aire le revolvió los mechones de cabello que no había podido recogerse y miró a Luca con preocupación.

- La primera línea es peligrosa - suspiró mirando al frente
- A mi lado no habrá quien te pare, renacuaja - añadió su hermano con una sonrisa llena de esperanza

Retazos de batalla

Thyra se encontraba en primera línea, como era su costumbre. Había mandado a varios de los suyos a esconderse, buscar una posición elevada y acribillar al enemigo sin vacilar.

- Sabéis lo que tenéis que hacer, lo que se espera de vosotros... de nosotros... - como siempre, ella trataba de mantener el ánimo alto, pero esta vez no tenía palabras ni discursos, no tenía nada que decir - ¡Cuándo esto termine estáis todos invitados al Canto de la Zíngara!

- ¡Sed más rápidos que nunca! ¡No permitáis que os vean y no podrán esquivaros!... ¡Sobrevivid, aunque solo sea para que Thyra se deje una fortuna en cerveza! - concluyó el general entre vítores y carcajadas de sus hombres, entre ellos, Nicholas y Zachary.

- No parece mala idea lo de las cervezas... ¿qué opináis Majestad? Vos no bebéis... - el joven mago sonrió

- Creo que podré hacer una excepción, Zachary

Un pequeño tambor comenzó a sonar y el silencio se hizo entre las tropas.

- Que los dioses estén con nosotros - dijo el rey cerrando la mano con fuerza en torno a la empuñadura de su arma

sábado, 18 de febrero de 2012

La función debe continuar...

Existe un principio universal en las grandes obras de todos los tiempos:

Todo principio tiene un final.


¡Sí, sí! Ya sé que Ethan es el "gran escritor de guiones" de teatro (si se tallara la cabeza en su sitio) y Aeryn la actriz. Vale que yo no soy del mundo del espectáculo como ellos... pero, en mi defensa, debo decir que orquesto fantásticos espectáculos en el gran teatro de la vida; la pena es que tengo un público que no me comprende (sobre todo cuando me voy con su dinero), como la ley. Soy un joven incomprendido, qué desdicha.

Pero, para variar, no voy a hablar de mi persona. Hoy es el momento de Luna.

Podría decirse que la entrada en escena de la señorita Luna fue tímida pero llena de potencial. Personaje clave de una historia de amor que acabó en tragedia por la locura de un enamorado que creía que jamás volvería a ver a su amada. Tierna, dulce, joven y enamorada. Con la mirada brillante de alguien que cree incondicionalmente en algo...y con la mirada vidriosa de perderlo todo por ello. Fue el perfecto contrapunto de blancura en el caos de colores epilépticos que llega a ser nuestro elenco. Creada para la danza y castigada a no moverse jamás en un pecho quebrado de madera...

Una joven fuerte, sin duda. Momentos de desgracias que a veces les das las gracias por hacerte querer conocer a las personas que comparten la vida contigo. Un adiós y un consejo de la vida.

Adiós Luna, puedes salir de escena en volandas sobre un grandioso aplauso. Tus puntas seguirán vuestro baile, nunca olvidarán la huella llena de gracia de vuestros pies. Nosotros tampoco la olvidaremos.

Empezó su actuación de manera prometedora y llena de ensoñaciones...y acabó con el alma partida por la distancia y la locura.

Todo principio tiene un final, eso dije ¿no?
No estoy de acuerdo.
Nadie nos cuenta que un final y un principio van entrelazados. Cogidos de la mano como actores unidos en un saludo triunfal al final del teatro de sus vidas. Hasta que el oscuro telón cae sobre ellos.

Se acabó la función para la señorita...pero el espectáculo debe continuar.

Nos veremos sobre otros escenarios, estoy seguro.




Allá donde sólo actúan los mejores.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Siguiendo rastros


Metáfora. Una sola palabra que atraviesa mi garganta. Tan grande, inhóspita, distinta. Un mundo desconocido para alguien que se siente forastero en su tierra. Las piernas se vuelven pesadas y el frío hiela mi sangre. Ni siquiera la presencia de Faerah, el calor que la forma, me reconforta. Tengo miedo, lo sé, pero es ese miedo el que me debe dar alas. Porque no encuentro terror más inimaginable que perderlos por no ser capaz de hacer nada...

... Supongo

martes, 14 de febrero de 2012

Buenas noches

- Eh, sonrisas, deberías probar esto – el muchacho le tendió una bota que amenazaba con ir cargada de vino – En serio, merece la pena
- Gracias – le respondió el hombre con sequedad cogiendo lo que le ofrecían y dando un leve trago


La noche había llegado y con ella cuatro peculiares aventureros habían caído, unos antes que otros, en los brazos de Morfeo. El cielo estaba tan claro, aun en su negrura, que las estrellas parecían farolillos prendidos a distancia para guiar a los viajeros extraviados.
El techo de la posada estaba ligeramente inclinado, pero lo suficientemente recto como para permitir a quien gustase sentarse sobre él para tener al cielo como única techumbre.

- ¿Qué hacéis vos aquí? – se retiró la bota de los labios y miró de reojo al joven, que tenía los ojos abiertos de par en par, como si le diera miedo que se le pudiera escapar algún detalle de aquel extraño lugar
- ¿Yo? – sonrió escrutando a su compañero - ¿Qué haces tú aquí?
- Sabéis qué hago aquí – le devolvió el recipiente de cuero – Pero vos…
- Les sigo
- ¿Por qué? - inquirió
- ¿Por qué no? – se encogió de hombros y amplió aun más su sonrisa
- ¿Siempre respondéis con preguntas?
- ¿Siempre habéis sido tan seco, huraño y arisco? – dio un largo trago después de que su compañero dejara el silencio en respuesta – Vamos, estás vivo, y la vida es como un caballo desbocado del que hay que coger las riendas. Tu caballo, tu camino, tu decisión, caigas o no en el intento
- ¿Por qué les sigues?
- No tengo nada que ver con este mundo, amigo mío… pero tengo que ver con el suyo. Hicimos una estafa, una treta allá en Londres. Pensé que nos pillarían, ¿sabes? Pero cuando Aeryn me lo propuso, además de pensar que estaba loca, no pude evitar seguirles. A partir de ahí… todo vino rodado. Creo que el peligro hace fuerte, pero sobretodo… creo que el peligro une. Y nosotros no somos nadie, aunque a la vez, bueno, es extraño, vosotros cinco sí que sois alguien, y no me refiero al tema de la magia, las espirales y los espejitos
- ¿Cinco? – le miró extrañado
- Tú también – hizo una pausa – Porque… te guste o no, señor cascarrabias, eres parte de ese peligro diario, y de nosotros. Lo siento, es lo que hay – dio un pequeño respingo para incorporarse y se ajustó los puños de la camisa – Buenas noches, Korvash
- Buenas noches… Arthur – respondió mientras su compañero se descolgaba del tejado

lunes, 13 de febrero de 2012

Latidos a ritmo de sangre, segundos eternos...


Las manos frías, el temblor de los dedos, piensa Samuel, piensa. Como si fuera tan fácil... En realidad nunca ha sido tu fuerte. Y aquí estás en mitad de ninguna parte rodeado de interrogantes que debes resolver antes de que... ¡No lo pienses! Actúa. El olor de la sangre no abandona mis sentidos, casi ciega mis ojos, imposible ver nada más allá... Las paredes de la casa se me alejan, el salón se me antoja infinito, como si cruzarlo se convirtiera en una quimera que me alejara de ellos... ¿Quién? La pregunta se pierde en el eco de mi propia desesperanza. No hay respuestas, tan sólo el carrillón del salón que marca cada golpe de manecilla como la hoja de un verdugo...

... Piensa Samuel piensa, no hay espacio para suponer...

jueves, 2 de febrero de 2012

No puede traer nada bueno


Tan lejos de todo las cosas no cambian. La noche sigue encima de nuestras cabezas aunque el cielo se nos esconda. El miedo abraza nuestros cuerpos, cuando las palabras hablan de valor. El rencor de Victor es el orgullo del silencio, tan enraizado como la mala hierba. Angelica anhela una cercanía qe la condena a la soledad. Ankara, bueno, supongo que vaga perdida siguiendo caminos de otros, esperando construir el suyo.

La noche cae como el día en el cielo de Londres. Las estrellas no lucen y el sol es un forastero del que alguna vez se oyó hablar. Un triste escenario para un más triste lugar. Donde estás Samuel, te dices. Supongo que voy, que vengo, que intento ser, pero sin rumbo, Tan lejos de casa. Esa palabra se me antoja tan lejana. No se que hago aquí, pero quizás si que no hago allí. Hay algo dentro que me mueve, aun no se donde, ni porque, pero me mueve. Quizás sólo sea un bruto queriendo pensar que no lo es. Quizás. sólo quizás quiera creerme las palabras de Faerah. No soy Victor, pero tampoco tengo su miedo. Miedo a equivocarse, a tropezar, a aceptar que levantarnos es lo que aprendemos a hacer desde que somos pequeños. Que los caminos no tienen todos nuestro sentido, ni una sola dirección. Que quiero aprender aunque aun no sepa como. Y aun así la echo de menos. El cielo y el risco, las olas y la luna, el viento que mueve mi pelo en la noche. La tierra húmeda en la mañana. Supongo que en fondo es más de necios aun, aunque no te guste oirlo Faerah, quiero aprender pero aun no tengo idea de que. Sólo se que Londres no es mi sitio, y este cielo, no puede trae nada bueno,

Supongo...

Un rescate diferente

El sonido de una espada de madera surcando el aire, unido al de una joven damisela que declamaba de forma exagerada un teatral “¡salvadme, joven caballero!”, bastaban para crear una escena de lo más curiosa.
El pequeño hacía equilibrios sobre una de las camas, dando un salto para esquivar al horrible dragón imaginario que tenía a la doncella atrapada en la alta torre, que no era sino la cama de enfrente.

- ¡No os preocupéis, princesa! ¡Soy un valiente guerrero y no permitiré que este dragón tan feo os haga daño!
- ¡Ohhhhh caballero! ¡Sois tan valiente! – ella hacía aspavientos con las manos mientras ponía cara de espanto mirando el reñido combate que estaba teniendo lugar entre aquella bestia y su futuro salvador

Tan enfrascado se hallaba el muchacho en la ofensiva y tan absorta ella contemplando la noble acción, que ninguno de los dos vio el inminente peligro que les acechaba.
Tras la dama surgió una figura, lo suficientemente ágil y silenciosa para no ser descubierta hasta que apresó a la princesa tapándole la boca para que no profiriera grito alguno y atrapándola con el otro brazo.

- ¿Habéis descuidado a la princesa, joven guerrero? – el hombre, vestido con una camisa blanca de mangas anchas y unos pantalones oscuros, apenas podía disfrazar la sonrisa de su rostro
- ¡Oh, no! – exclamó el pequeño al verle – El dragón se ha apoderado de la princesa, ha aprendido a hablar, ¡y ahora encima es más feo que antes!
- Mucho más feo, ¿qué haréis ahora? – retiró con suavidad la mano de la boca de la doncella y la rodeó con ambos brazos
- ¡Combatir! ¡Hasta la muerte si es preciso!
- ¡Me temo que lo será!
- ¡¡¡¡Sea pues!!!!

El chico salió a la carrera hacia el terrible “dragón” y la dama, y cuando se encontró delante saltó sobre él, haciendo que los tres cayeran sobre la cama.

- ¡Rendíos! – ordenó el infante
- ¿Rendirme? – sonrió Tomás – Tengo entendido… que los caballeros como vos tienen cosquillas…
- ¡¿Qué?! – si planeaba alguna frase ingeniosa, no le dio tiempo a lanzarla

Unos momentos más tarde, el chico no podía reír más y parecía derrotado e indefenso sobre la cama. La niña, en su caso, se encaramó al cuello de su padre.

- Creo que me quedaré con el dragón – afirmó mientras se reía
- Traidora… - suspiró su hermano
- A la cama – una cuarta voz acababa de irrumpir en la habitación, y con sus palabras ambos niños dieron un brinco y se apresuraron en meterse bajo las mantas, cada uno en su respectivo lecho – Buenas noches caballero – Margarita besó la frente de su hijo y se acercó a la cama de la pequeña – Buenas noches princesa – esbozó una sonrisa apartándole un mechón de cabello para besarla igual que a su hermano
- ¡Buenas noches mamá! – exclamaron los dos al mismo tiempo

La mujer se acercó al candil que daba luz a la habitación y con un leve soplido apagó la llama que vivía en su interior, dejando la estancia a oscuras y a los niños tapados hasta la barbilla. Pasó cerca de su esposo y le sonrió antes de salir del dormitorio.

- Buenas noches, hijos míos – cerró tras de sí la puerta y murmuró para sus adentros – Quizá algún día veamos dragones
- ¿Se trataba de un gran rescate? – la joven se encontraba al final del pasillo, con una mano ligeramente posada sobre el vientre y con una extraña mueca en el rostro
- ¿Estás bien? – él se acercó y pasó la mano cerca de donde tenía ella la suya, proporcionándole una leve caricia con el dedo pulgar
- Me está dando una noche difícil – sonrió – Quizá crea que no se encuentra en mis pensamientos y quiera llamar mi atención
- Deberías echarte – la cogió de la mano y comenzó a guiarla hasta entrar en su dormitorio – Ponte cómoda, te prepararé algo caliente – le pasó índice y corazón con suavidad por la mejilla y se dispuso a salir de la habitación
- Tomás – lo llamó, haciendo que él se girase
- ¿Sí?
- ¿Podrías… ayudarme con esto? – se señaló con una encantadora timidez a la ropa que vestía en ese momento, y él volvió a acercarse con una cálida sonrisa en los labios
- Será un placer