viernes, 4 de marzo de 2011

Recuerdos IV

Los meses pasaron lentamente. Ya había cumplido los siete años y en ese cumpleaños preferí no hacerme ilusiones e hice lo mismo que todos los días. Al menos, aunque recibí algunos golpes como cada día, no me dieron una brutal paliza como el año pasado. El vientre de la señora Lennon parecía que iba a explotar, y así ocurrió cinco días después de mi cumpleaños.

Era una madrugada fría, pues el mes de diciembre suele estar cargado de helor. El dieciocho de diciembre, como estaba explicando, la señora Bibi empezó a gritar por la noche. El señor Erwin la cogió en brazos y por petición de ella, la llevó al cuarto de baño. Me explicaron anteriormente que mi parto también fue ahí, y que no necesita la atención de médicos inútiles que nunca han traído un bebé al mundo.

No quise mirar, pero el señor Lennon me pidió que le trajera agua caliente y algún trapo, por lo que no tuve más remedio que entrar y ver a la señora Bibi con las piernas abiertas, con la cara roja y gritando de dolor dentro de la bañera. No supe muy bien cómo se las habían apañado para que los dos cupieran dentro, estando él al otro lado de ella esperando ver algo.

Las horas pasaron y yo seguía escuchando sus gritos. Escuché al señor Lennon decir que estaba asomando la cabeza y me entró una gran curiosidad. Me acerqué de nuevo al baño y pude ver como del cuerpo de ella salía una pequeña cabeza. Después continuó saliendo el cuerpo entero con una larga cuerda pegada en el ombligo.

-Trae un cuchillo.

Obedecí, pero ¿qué iba a hacerle? Con miedo se lo entregué y cortó esa cuerda ya mencionada. Ella estaba inconsciente y él sostenía una pequeña criatura cubierta de sangre y que transmitía un irritante llanto.

-Es un niño.-Me informa el señor Erwin. –Entonces estudiará y será un hombre de provecho.

Tras limpiarle la sangre, me dio al bebe, que seguía revolviéndose. No supe exactamente como agarrarlo, pero por suerte no se me cayó. Él cogió a la señora Lennon y la llevó al dormitorio. Me quedé allí, esperando a que volviera con el miedo de que si caminaba, se me resbalaría. Pero no volvió, por lo que no tuve más remedio que llevarlo. Lo coloqué sobre un sillón y busqué algo para cubrirlo, ya que estaba desnudo y hacía mucho frío. Él se calmó poco a poco hasta que por fin se quedó dormido.

Estuve con él toda la noche, esperando a que volvieran a llevárselo. Amaneció y fue entonces cuando volvió después de haber estado durmiendo, supuse, debido a su rostro descansado con legañas y a más que nada, su exagerada forma de desperezarse. Cogió a la criatura y la llevó a su dormitorio, y yo fui con ellos.

La señora Bibi estaba despierta, pero a pesar de haber estado durmiendo, parecía muy cansada. Él le entregó al bebé.

-Un niño… por lo menos será más útil que la otra.

Sus palabras hirientes me dolieron, pero supuse que no podía esperarme nada nuevo. El bebé me dio envidia, debido a que por lo menos, estaba en los brazos de una madre, aunque fuera ella y sabía que no sería así mucho tiempo.

-Madre, ¿cómo lo llamará?

-Se llamará Blake… Blake Lennon. Suena muy bien. Esperemos que haga honor a nuestro apellido.

Blake… era un nombre bonito, pero me apenaba que continuase con Lennon. La verdad, hubiera deseado que naciera en otra familia, aparte de porque aquí no sabría lo que es el amor fraternal, me tendría que ocupar yo de él. Supe que fue un pensamiento muy egoísta, pero la vida había sido egoísta conmigo.

Pasaron los días y el bebé estaba llorando todo el rato. Yo empecé a extrañarme debido a que en algunas ocasiones, me despertaba en la sala de estar, o en el baño o en el suelo del pasillo. Incluso un día desperté fuera de la casa, y no sabía el por qué. Por otro lado, los señores Lennon seguían sentados hablando de sus cosas mientras yo me encargaba de las tareas y de Blake. Pero un día enfermé con altas fiebres, tos y mucosidad. Me sorprendió que los señores Lennon llamaran a un médico, aunque escuché que era más bien porque “si se muere, no se casará con un hombre rico y fastidiará nuestros planes”.

El médico dijo que era un resfriado bastante fuerte y me recomendó unas medicinas y mucho reposo. Las medicinas eran muy caras por lo que solo pudieron comprar unas pocas. Por lo menos me compraron y no me dejaron morir. Del reposo tuve que olvidarme.

Una noche, el bebé comenzó a llorar muy fuerte. Me puse en pie, pero caí al suelo de un mareo. Sin embargo, intenté levantarme de nuevo y me coloqué la mascarilla para no contagiarlo. Había una tormenta impresionante. Me acerqué a Blake que seguía llorando. Se escuchó un gran trueno y lloró más fuerte aún. También escuché gritos de mis padres diciéndome que callara a “ese mocoso”. Pero entre el llanto, la tormenta, los gritos, los nervios y la enfermedad, me desmayé.

No supe cuanto tiempo estuve inconsciente, pero sabía que estaba viva debido a que las pesadillas aún me acosaban. Soñé con la tormenta sabiendo que me producía un profundo pánico. Un rayo caía fuertemente sobre mí y un gran estruendo me remataba los tímpanos.

Tuve otro sueño en el cuál yo estaba enterrada a muchos metros bajo la tierra, y supe que la gente pensaba que había muerto y me había enterrado viva. Fue agobiante, y golpeaba el ataúd con fuerza, lo arañaba, lo pateaba... El aire faltaba y el espacio era cada vez más pequeño hasta que por suerte, el sueño cambió y de nuevo, vi la luz que hacía tiempo no veía.

Desperté. Abrí lentamente los ojos y pude ver al médico que me atendió la otra vez, observándome con curiosidad y con un tono de pena en su mirada.

-Increíble… es un milagro que hayas sobrevivido.

En una mesita cerca de mi cama, vi muchos tarros de medicina que al parecer llevaban tiempo suministrándome. Y tenía una bolsa de hielo sobre la frente.

-No he podido transportarte debido a tu estado, pero ya va siendo hora de irnos, llevas cuatro meses inconsciente, la verdad es que no tenía esperanzas, pero eres una niña muy fuerte y valiente.

¿Cuatro meses? Un momento, ¿a dónde quería llevarme? No entiendo nada, absolutamente nada.

-¿Ir…?-Me costaba hablar como nunca antes me había costado, sentía la boca como si la tuviera llena de alguna masa que me impedía hablar, aún así, hice un esfuerzo.- ¿Irnos a dónde?

-Te lo explicaré, pero antes descansa un poco más.

-No, quiero saberlo.

El hombre tenía cada vez más pena encima, y aunque me costó convencerle, finalmente me lo explicó.

-Tus padres se han ido, y se han llevado también a tu hermano.

-Pero… ¿y yo qué?-Me mareé más aún, me habían abandonado.

-Volví a traerte algunas medicinas más, debido a tu temprana edad y al mal aspecto que tenías. Quería proponerles un plan de pago diferente a los demás que no les costara tanto. Pero al llegar, la puerta estaba abierta de par en par y había muchas cosas revueltas. Te encontré tirada en el suelo, cerca de la cuna de tu hermano y una nota mal escrita sobre ti que ponía: “Enterrad el cadáver con el nombre de Chrys Lennon.”-Dicho esto, me entregó la nota y sin ninguna duda era la letra de la Señora Bibi.

¿Chrys?... Si un día muero, que me entierren con el nombre de Chrystalle, simplemente… pensé. La verdad, no me extrañó en absoluto. Tuve mucho miedo pues no sabía lo que sería de mí a partir de entonces, pero también alivio, debido a que a partir de entonces, quizá mi vida mejoraría. Pero cuando el médico me preguntó por mi situación en casa anteriormente, callé. Pasé semanas sin poder dejar de llorar, porque aunque me habían tratado mal, era mi única familia y… no me entraba en la cabeza que me dejaran morir sin más. Mientras tanto el médico me conducía hacia una nueva vida y me prometía estudios y amigos. Nueva vida, nuevo lugar, llamado por el nombre de “Orfanato”.

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