jueves, 17 de marzo de 2011

Recuerdos VI

Estaba tirada sobre la cama, pensando después de un par de meses en aquel día de mi cumpleaños. Cada día iba con la esperanza de encontrar otra fiesta, pero después me consolaba pensar que en mi próximo cumpleaños, quizá habría otra fiesta o tal vez más dibujos para mí. Quería guardar muchas cosas en mi cajita, ya llevaba los anteriores dibujos, el libro del soldadito de plomo que mi profesora finalmente me regaló, y que se podría decir que es mi bien más preciado, y en cuanto terminara el diario que estaba escribiendo día tras día, también lo guardaría ahí antes de comenzar otro. Me encantaba escribir y me desahogaba contar a “alguien” todo lo que me pasaba cada día. El diario era de color morado oscuro y era muy grueso. Pensaba que me duraría años, y así fue.

Esos dibujos que miraba muchas veces para ver si continuaban en el doble fondo del armario. Y ese en especial, el de Dylan, que tanta curiosidad me daba. Cada día que lo veía me alegraba mucho más y añadía más ganas incluso de ir a la escuela. Yo me sentaba junto con Victoria y él al lado de Mike. Ella me decía que yo le gustaba, y yo le respondía que él a mi también, al igual que todos mis amigos. Pero lo que me quería explicar es que era otra forma diferente de gustar, algo que su madre le explicó, una cosa que se llama “amor”. Bueno, yo había leído muchas veces esa palabra pero no sabía del todo lo que significaba.

-Ya sabes, el amor… es como lo que los padres sienten hacia sus hijos. ¿Lo entiendes ya?

-Bueno… -en realidad eso me hizo un lio. Si el amor era eso la verdad, me parecía mejor no amar a nadie. Por su bien.

Pero supe que no podría librarme de ese sentimiento. Ella fue a hablar después de la escuela con Dylan, y a mí no me dio tiempo a marcharme. Había muchos padres que fueron a recoger a sus hijos, y por desgracia los de ellos dos aún no habían llegado.

Ambos se acercaron a mí y justo en ese momento, apareció la madre de Victoria, por lo que se fue con ella. Entonces nos quedamos solos, bueno, más o menos. Me cogió de la mano y tiró de mí para que le siguiera detrás de un árbol en el cual nosotros podríamos ver a las personas, por si llegaba la madre de Dylan, pero que no podrían vernos a nosotros.

-Oye Chrystalle… tu eres una chica, ¿no?

-¡Claro! ¿Es qué no lo ves?-La cosa empezó rara.

-Sí… es que bueno, mi madre dice que las chicas y los chicos se enamoran.

-Ah… ¿y los chicos no pueden amar a los chicos, y las chicas a las chicas?

-Pues no lo sé, sería raro, pero a mí me gusta más una chica.

-¿Una chica?-Pensé que diría las chicas, pero me sorprendió que dijera solo una.

-Sí, me gusta tú.

-¿Yo? Pero…-La timidez aumentó, me sentía en parte bien y en parte mal, pues no sabía qué hacer, pero sentía un cosquilleo dentro de mí.

-¿No te gusto?-Parecía que iba a llorar.

-Sí, me gustas, pero ¿te refieres a qué estás enamorado de mí?

-Bueno… puede.

-Eso es malo, el amor, quiero decir.

-No, no es malo. En los libros salva a muchas personas.

-Y en otros mucho las mata.-Pensé en algunos cuentos trágicos que nos explicó en clase Diana, como Romeo y Julieta, y dijo que lo leyéramos cuando fuésemos mayores, pues aún no lo entenderíamos.

Dylan se acercó a mí y me dio un beso en los labios. Fue fugaz, como cuando parpadeas, que no lo notas mucho pero sabes que lo has hecho. Yo me quedé paralizada. Su madre llegó y antes de irse, me agarró de la mano y acerco sus labios a ella en gesto caballeros.. Siempre fue un caballero, lo decía Diana. Antes de irse pude ver como sonreía.

Los días pasaron. Se podría decir que nos acercamos más y de vez en cuando nos dábamos algunos besos furtivos detrás de aquel árbol. Incluso escribimos nuestras iniciales: “C&D” rodeadas de un corazón. Fue una época agradable, mucho. Nuestros compañeros se fueron dando cuenta de nuestra pequeña relación y se “burlaban”. Victoria me preguntaba que se sentía al besar a un chico y yo no sabía responderle.

Meses que pasaron demasiado rápidos y a pesar de haber estado mucho tiempo con Dylan, no pude conocerlo demasiado. Éramos demasiado pequeños como para comprender que el “amor” no iba solo de besos, sino que también iba de comunicación y demás cosas. Pero nos gustaba así. Quiero decir que no lo conocí demasiado porque llegó el día.

Sus padres decidieron que llegó el momento de marcharse de Londres, debido a que habían encontrado trabajo en el extranjero. Él me explicó eso el mismo día que se iba, detrás de nuestro árbol.

-Tengo que irme.-Me dijo muy serio.

-Bueno, nos vemos mañana.

-No, Chrystalle… me voy de Londres.

-¿Vacaciones?

-Mis padres han encontrado un trabajo, me han explicado que tenemos que irnos de aquí y no podremos volver.-El mundo se derrumbó para mí. -¿Sabes? En todo este tiempo he querido ver como es tu rostro sin heridas, y me hubiera gustado ayudarte para que no fueras tan torpe y no te las hicieras.

-Yo…-Ojala fuera simple torpeza, pero sabía perfectamente que no lo era. No lo supe hasta que me dio un último beso fugaz en los labios y se marchó, que mis mejillas estaban inundadas en lágrimas. Antes de marcharse dejó algo en mi mano, pero no me di cuenta.

No supe cuanto tiempo permanecí ahí de pie sin hacer nada más que llorar y mirar como aquel lugar se quedaba sin personas y me quedaba sola detrás de aquel árbol.

Volví en mí. Preferí olvidar que se había ido y mantuve la esperanza de que al día siguiente lo vería de nuevo, y que solo fue una broma suya. Por fin me fijé en lo que me dejó en la mano. Era un anillo. Me quedaba enorme en mis pequeños dedos. Era plateado y fino. Se formaba un camino alrededor de todo el anillo con piedras blancas grisáceas que brillaban mucho. Desde luego, era precioso. Después me fijé en el suelo y pude ver que, había una carta que podría haberla dejado él ahí, o se me había caído a mí mientras lloraba. La cogí y la abrí.

“Querida Chrystalle:

Siento darte esta noticia tan pronto antes de irme y aunque te la habré dicho en persona, me voy. Mis padres dicen que no volveremos, pero yo guardo la esperanza de que sí que lo haremos. Si no, te volveré a ver, seguro. Algún día nos veremos. Te dejo este anillo que cogí a mi madre de una cajita que tenía guardada. Ella decía que es muy valioso porque tiene diamantes o algo así. La verdad es que no sé qué es eso, pero es valioso porque cuando lo vi me recordó a ti, ya que tiene piedrecitas que parecen cristales, y tú te llamas Chrystalle. Espero que lo guardes y que cuando nos volvamos a ver lo sigas teniendo. También espero verte antes de que te quede bien, si no, significará que nos hemos hecho mayores. Aunque crezcamos te seguiré amando, lo prometo. Cuídate mucho de tus caídas y también espero que la próxima vez que te vea tengas el rostro limpio de heridas, aunque no tengas el anillo.

Con cariño, tu novio Dylan.”

Simplemente me fui a casa, y tras guardar la carta y el anillo en mi cajita de los recuerdos, me fui a dormir con el rostro empapado. Y vi en sueños como se iba, dejándome sola de nuevo.

2 comentarios:

  1. El primer amor siempre se queda en el corazón, por mucho que pasen los años

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  2. Eso eso, hazme poderosa con información xDDDDDD

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