jueves, 3 de marzo de 2011

Recuerdos III

Corrí por un túnel oscuro, en el cual se escuchaban gritos y amenazas contra mí. Era muy largo y no conseguía ver nada, absolutamente nada. Por fin, hallé una luz al final del túnel. Estaba muy lejos y aunque cada vez parecía aún más lejos, por lo menos no desaparecía. Oí la voz de un hombre proceder desde allí, diciendo mi nombre y murmurando algunas cosas más.

Desperté. Ya llevaba meses teniendo pesadillas por doquier. En esa ocasión, no fue tan terrible y al menos había habido una luz de esperanza. Pero solo era un sueño, aunque los sueños dicen mucho. Me levanté de la cama y me preparé para hacer el desayuno y las demás tareas que me concernían. Antes, observé mi imagen en el espejo, con nuevos moratones y arañazos de la última vez, aunque ya me estaba acostumbrando. Mentía, dudaba que lograra acostumbrarme a ello. A veces me preguntaba si algún día podría ver mi rostro sin heridas, si sabría como es la verdadera Chrystalle que se ocultaba detrás de la sangre.

-¡Chrys! ¿Vienes ya?-No sabía de donde se habían sacado esa nueva costumbre de acortar mi nombre. Ellos decían que era para gastar menos saliva, y que se estaban planteando llamarme simplemente C. Me gusta mi nombre, pero solo mi nombre. Pues hacía poco, el apellido Lennon me hizo bastante mal. Decidí llamar a los señores Lennon de esa forma, pero por desgracia, la primera vez que lo hice me gané una paliza peor a la primera. Por lo que esos seudónimos los guardaba para mí misma.

Me dirigí hacia la cocina y preparé el desayuno. De nuevo se quejaron de lo tardona que soy, de lo asqueroso que estaba, que si Chrys esto, Chrys lo otro. Limpié la casa, fregué los platos, hice todo lo que pude, como cada día, mientras ellos se limitaban a hablar y a discutir sobre mi futuro.

Decían que querían casarme con un hombre rico, “asquerosamente rico”, definían. Así ellos vivirían con lujos y con gente que les hicieran las tareas.

-Aunque para eso nos quedamos con Chrys.-Se rieron con su chiste poco gracioso. Pero insistían que sería una vida maravillosa, mi marido sería uno cualquiera que tuviera más billetes que canas, aunque en su cabeza abundaran.-Cuando cumplas dieciocho, Crhys, nuestros sueños se cumplirán.

Desde luego, mis planes de futuro eran otros. Según leía en mis libros, las personas y seres que se casaban lo hacían por amor. Y yo dudaba que fuera capaz de amar a un hombre con canas, con dinero y sin amor que ofrecerme. No, no pensaba casarme sin ese mínimo requisito, aunque al final resultase según sus planes. Ellos seguían conspirando con eso, y parecía ir en serio.

Continué con las cosas y al terminar, me fui a descansar. En breve tenía que preparar la comida por lo que en esa media hora de estar tranquila, me limité a soñar despierta, ya que dormida no podía. Imaginé que estaba en el cielo, volando y que bajo mis pies podía ver una gran ciudad. Los pájaros, hadas, dragones, y todo tipo de criaturas voladoras, me acompañaban. Oh… ¿ya?

Fui hacia la cocina, de nuevo, y comencé a preparar el almuerzo. Al servirlo, se me cayó una cuchara al suelo y fui a recogerla. Recibí una patada en la boca de mi madre.

-Eres una torpe.

En ocasiones, creía que simplemente me golpeaban sin ningún motivo. Aunque había tirado la cuchara al suelo, supongo que me lo merecía, pensé.

-Lo siento.-Me limité a decir.

Lo días siguieron, transcurriendo muy lentamente. Pasaron algunos meses más y yo continué con mi rutina de día a día. Seguía teniendo pesadillas con los Señores Lennon, la soledad, la pérdida de un lugar al que ir e incluso la mía misma. Pero por suerte, la luz que comencé a ver un día estaba cada vez más cerca. Y no me importaba esperar mucho tiempo más para descubrir de qué se trataba, ni tampoco me importaba si resultaba que no iba a definir un cambio en mi vida. Estaba segura de que, al menos cuando llegara a esa luz, las pesadillas dejarían de perseguirme y podría descansar por las noches y evadirme de la realidad un poquito más.

Un día me percaté de que la señora Lennon estaba un poco más gorda que hacía unos meses, y se solía encontrar peor por algunos problemas de estómago que le hacían vomitar. También comía mucho.

Yo preferí no preguntar si estaba bien, porque sabía que era capaz de enfadarse si le mencionaba que se estaba poniendo gorda, aunque decía que saltar en la cama hacía que no engordase y lo hacía la mayoría de las noches en su habitación con el señor Lennon. Bueno, más bien es lo que me decían ellos, porque al preguntarles y decirme eso, se rieron a carcajada limpia. La verdad, no le veía la gracia a eso de saltar en la cama por la noche, no lo entendía. Un día, me llamaron y asustada, aunque sin malos presentimientos, acudí a ellos y me explicaron.

-¿Sabes Chrys? Por desgracia hay algo que nos ha maldecido en el cielo.-Dijo la señora Bibi.

-¿A qué os referís, madre?

-Dentro de poco, tendré un bebé.

-Oh… ¿y cómo lo sabéis?

-Porque cuando estás embarazada, vomitas y te encuentras mal, además te crece la barriga, por si te pensabas que me estaba poniendo gorda debido a que soy tan vaga como tú.

-No pensaba eso… ¿y por qué le crece la barriga?

-Porque la cosa esta, está dentro de ella y crece como mi barriga.

-¿Y cómo ha entrado ahí dentro?

Ellos se empiezan a reir.

-Porque saltamos en la cama, según tú crees.-Se rieron aún con más ganas. Pues yo no le veía la gracia, ¿y si yo saltaba en la cama y tenía un bebé? Decidí que no saltaría en la cama nunca.-El caso es, que cuando el bebé nazca tendrás que hacer todo lo que has estado haciendo hasta ahora y también encargarte de él.

En el fondo, lo imaginaba. ¿Pero cómo se cuida a un bebé? Me daba mucha pena la idea de tener un hermano o hermana que fuera sometido también día tras día a esta vida. Siguieron hablando de lo que harían si fuera niño, en ese caso se encargarían de hacerle estudiar mucho hasta ser un hombre de provecho con mucho dinero. Y si resultaba ser una niña harían como conmigo, casarla con un hombre rico. Solo les importaba el dinero, y la verdad, al escuchar eso deseé ser un niño para poder seguir estudiando.

Los meses pasaron y la luz estaba cada vez más cerca en mis sueños, pero en algunos momentos se alejaba de nuevo. La barriga de la señora Lennon parecía que iba a explotar y el día se estaba acercando para que él o ella, naciera.

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