jueves, 24 de marzo de 2011

-No creo en las...-¡Shhhh! ¡no lo digas!


"¡Shhhhhh!"

Eso debían haberme dicho antes de que se escapara de mis labios esa maldita negación cuando era un niño. ¿Cómo fue posible que algo tan simple como una rabieta infantil casi nos cuesta la vida años después?
Decían que las hadas morían...¡yo ni siquiera sabía que vivían!

¿Sabéis qué es lo más espantoso de todo esto? ¿No? ¿Os lo digo? De acuerdo. Allá va, luego no me digáis que no pudísteis dormir, ni dejar de vigilar bajo vuestra cama. Culpad a vuestra curiosidad.


Lo más espantoso de todo esto no es que su luz se marchita, ni que sus alas no dejan simplemente de aletear alegremente, ni que dejan de desprender el polvo mágico azucarado de los cuentos. No, todos los niños de este mundo hemos sido engañados por una fábula que ha sido repetida tantas veces durante tanto tiempo que la hemos creido real. Quizás, cuando descubrais que la imaginación puede llegar a ser mucho más siniestra, puede ser demasiado tarde.
Las hadas no mueren cuando las niegas. Se retuercen, se contorsionan espelunznantemente, se vuelven sedientas de los recuerdos felices de los que aún se atreven a soñar, su sonrisa azucarada se ensancha como la de un tiburón con los labios salpicados de brillante sangre, no vuelven a articular palabra nunca más, se estiran como sombras agónicas, sus dedos se convierten en raíces de árboles marchitos y sus uñas tijeras oxidadas. Lo único que no cambia en ellas es que solo les cabe un sentimiento...lo terrible es cuando te das cuenta de que cualquier sentimiento hermoso ha desaparecido con su luz. Aún así, sigue siendo una víctima de un niño cruel o de uno que desconoce. Ese espeluznante arlequín encerró una vez la luz mágica de una hada.

Dejamos de creer en los cuentos porque nos damos cuenta de que los finales felices no existen, pero...¿Y si el mundo de los sueños es tan macabro como el de los despiertos? Entonces su mundo se vuelve espeluznantemente creíble...terriblemente real.


Fui un crío por dejar de creer...


Paradójico, ¿No les parece?

3 comentarios:

  1. Nunca dejes de creer en ellas, pues no es peor la muerte, sino cosas mucho peores que ella.

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  3. "Cuando un niño dice que no cree en las hadas, una de ellas muere... o cambia."

    Rincones oscuros los hay por doquier, pero a menudo nuestra imaginación no hace sino contribuir a enegrecerlos.

    Cuidate de esos rincones, los peores recovecos se esconden en el alma.

    ··Bufona··

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