sábado, 19 de marzo de 2011

Barcos de papel

No sé el por qué pero me siento pesada. Phoenix tiene razón, hicieran lo que hicieran era mi familia. Y no me importa, en parte, por los señores Lennon, sino más bien por Blake. Tal y como lo recuerdo era la criatura más indefensa que jamás he conocido. Suave, rosado y con la risa más bonita del mundo, aunque se escuchara poco.

-¿Quieres despedirlos?

Phoenix me pregunta, y yo asiento. Nos dirigimos hacia nuestro lugar que ya pintamos una vez, y que parece más cercano ahora. Deduzco que lo que hizo fue darme vueltas y evidentemente acierto. Me explica la forma en la que despiden aquí a las personas difuntas. Y me ofrece tres barquitos de papel, uno para cada uno. Suelto en el lago los de mis padres y veo como si ardiera en llamas azules, pero no queman.

-Puedes decirles algo. Será lo último que escuchen.

¿Qué decirles? Gracias por nada, bueno, por haberme tratado como hicieron. ¿Desearles el infierno? Ni allí los querrían. Pero que recibieran algún castigo, o que al menos logren darse cuenta del enorme error que cometieron. Y aunque desear mal a alguien es un acto despreciable, no es mucho menos que lo que ellos me causaron a mí.

-Adiós.-Porque no merecéis más palabras que suenen de mis labios. Es neutral, no quiero daros más porque aunque quiero que ardáis, jamás lo admitiría en voz alta.

-¿Solo eso?-Phoenix me pregunta. Lleva todo el evento serio, lo cual no me extraña.

-¿Y mi hermano?-Me tiende el barquito de Blake. A ti, hermanito… te deseo lo mejor. Si existen los ángeles espero que tú seas uno de ellos. Y no tengas miedo si el cielo te parece demasiado oscuro, yo sé que te ocultas tras las nubes y tras el brillo del Sol. Aunque no pueda verte y no quieras estar ahí, pronto te veré.

-No sé qué decirle.-Aunque se me cruzan miles de palabras para él no soy capaz de pronunciarlas.

-¿Le gustaban los cuentos?

-No lo sé…

-Cuéntale el del Soldadito de Plomo.

-¿Cómo sabes…?

-Venga, luego te respondo.

Y comienzo a contárselo. No de la forma en la cual la leí, fue más torpe y menos bonita, pero la idea quedó. Con esto, espero que descanses en paz. Suelto el barquito en el agua y ocurre lo mismo que con los otros dos. El agua se lo lleva, y con él lo último que podré decirle.

-Si te soy sincero no me lamento de que hayan muertos.-Confiesa Phoenix. Dos palabras se cruzan en mi mente, aunque con excepción de mi hermano. “Yo tampoco”. Y entonces sé que aunque ya lo era antes, soy definitivamente libre.

2 comentarios:

  1. Triste modo de estar libre, pero ahora podrás vivir sin ese profundo miedo

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  2. Todos somos libres desde el día en que nacemos. Una lección que a algunos les cuesta mucho aprender.- Phoenix





    ··Bufona··

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