miércoles, 2 de marzo de 2011

Encuentros

No sabía dónde estaba Dante, y Phoenix no iba a acompañarme a buscarlo. Al parecer no le importa demasiado, ya sé que lo conocemos de poco, pero aún así, nos ha ayudado en algunas cosas y ha sido amable. Puede estar perdido por ahí sin saber dónde está y a que lugar debe ir. Busco por todo el palacio y nada. Busco fuera, pasan las horas y empieza a oscurecer. Acabo algo lejos del palacio. Siento detrás de mí algo que respira muy fuerte y me acaricia el pelo. Ojos color ambar al darme la vuelta veo. Corro, simplemente.

Encuentro a Elisabeth y le cuento lo sucedido con mucha calma... vale, era irónico. Estaba atacada de los nervios. La llevo al lugar. Mala idea, una mujer "yace" muerta en la calle. Cuando digo yace entre comillas, quiero decir que está de pie apoyada contra la pared. Sí, pero muerta. Elisabeth me dice que me vaya, pero me escondo por si ocurre algo. Un hombre sin sombra aparece y conversa con ella.

-Dile a tu amiguita que puede unirse a la conversación.-Ni siquiera me mira. Me acerco.

-Mi nombre es Petrelli.-Me tiende la mano.

-Crhystalle.-Me limito a decir.

-Chrystalle Lennon.-Increíble, ¿como diantres sabe mi nombre completo? ¿Y como se atreve a llamarme por él?-¿Cómo está Phoenix?

-Que no te extrañe, es normal.-Elisabeth me informa de ello, pero sigo sin creerlo.

¿Su oficio? Uno normalito. Traficar con recuerdos y preguntas a cambio de recuerdos y otras cosas que no logro entender. Elisabeth parece querer saber alguna pregunta a cambio de un recuerdo que parece ser muy importante. Le ofrezco ser yo quien pregunte, pero se niega. En el fondo, es un alivio que me lo impida.

-¿Sabes? Puedo ofrecerte recuerdos de él.

-¿De Phoenix? Él me lo cuenta todo.

-Recuerdos que nunca te contaría. A cambio ¿sabes lo que pido? Yo cambio respuestas por sueños, recuerdos, inocencia...

Elisabeth rechaza la oferta y yo simplemente prefiero ignorar lo que dice. Aunque es difícil. Finalmente nos vamos.

Vuelvo a la enfermería, ya que Dante podría haber vuelto. Encuentro un hombre extraño. Lo que más me llama la atención en un anillo enorme en el dedo con las iniciales "JV" y que parece perdido, ido.

-¿Estáis bien?-Le pregunto.

-Oh, si, estoy un poco mareado y busco unas hierbas.

En efecto, busca unas hierbas, y se marcha. Yo... no puedo evitarlo, por lo que le sigo. Acabamos lejos del palacio y observo escondida como se encuentra con una mujer de pelo rizado y rubio. Le quita el anillo al hombre. Ella acerca su mano al rostro de él, que comienza a cambiar. Es Dante. No lo entiendo.

-No sirves para nada.-Dice la mujer. Al instante, saca un cuchillo y se dispone a matar a Dante.

-¡No!-El cuchillo cambia de dirección y se acerca a gran velocidad a mí. Por suerte consigo esquivarlo. Ella se acerca a mí.

-Y tú ¿quién eres?-Me sostiene con fuerza la barbilla.

-Déjalo en paz.

-¿Y por qué debería hacerlo?

-No le ha hecho daño a nadie.-Ella se rie.

-Que inocente eres, pequeña... te propongo un trato, ¿te parece? Tú me haces un favor y yo no lo mato. No te aseguro que salgas con vida de esto.-Si es mi vida... a cambio de la de otra persona, tendré que asumir los riesgos...-¿Trato hecho?

-Primero dime de que se trata.

-Oh, tan solo es que dejes este anillo en la enfermería del palacio.-Me da el anillo. ¿Solo eso? La verdad, creía que me pediría que me enfrentara contra algo o cualquier cosa más peligrosa. Aún así, no parece ser tan fácil, ¿y si el anillo está embrujado? o peor, le puede pasar algo a alguien ajeno...

-¿Solo eso? es fácil.

Aunque algo me dice que no. Corro hacia el castillo como nunca antes había corrido y voy a la enfermería. Para evitar que alguien vea el anillo, lo dejo bajo una de las camillas. Al instante, desaparece, y con él, Caroline. No puede ser, sabía que algo iba a pasar... De nuevo voy hacia el lugar donde estaba esa mujer, y solo veo a Dante, atado y amordazado. Lo libero y consigo despertarle.

-¿Qué ha pasado?-Está aturdido.

-Eso deberías decirmelo tú.

Al parecer, no sabe nada, tan solo recuerda cuando despertó. Cuando volvemos al palacio, también me dice que acabó en aquel lugar de Venecia, porque fue arrastrado por unos niños. Le explico que está en Metáfora y que no está en Europa. Parece aún más mareado, por lo que le llevo a mi habitación y le doy agua. También dice de recordar a un hombre con muchos anillos en los dedos, cosa que me recuerda a algo que me dijo Phoenix. Él se queda ahí, mientras yo salgo para buscarlo, para que me diga con más detalles ese dato.

Me cruzo con Elisabeth. Ella, según veo, no se ha dado cuenta aún de que Caroline no está ahí. Intento pasar de largo.

-¿Estás bien?

-Sí.-Me limito a decir, e intento irme.

No tarda demasiado, y antes de poder encontrar a Phoenix, Elisabeth aparece de nuevo y se abalanza contra mí, dejándome arrinconada contra una pared, sosteniéndome fuertemente los brazos. No, no, esta sensación otra vez no, encierro... dolor, violencia. Sueltame...

-¿Dónde está?

-Ella... yo...-Tengo demasiado miedo, pero si se lo cuento, me soltará.-Buscaba a Dante y miré de nuevo en la enfermería. Vi a un hombre extraño que iba como ido y tenía un anillo con las iniciales "JV". Observé que era extraño, por lo que tras tomarse unas hierbas para el mareo, le seguí hasta muy lejos del palacio. Allí, se encontró con una mujer de pelo rubio y rizado.-Ella aprieta con más fuerza mis brazos. Por favor, que pare. Yo inconscientemente no me había dado cuenta de que también la tenia sujeta, pero sin hacer nada de fuerza.

-Continúa.-Me ordena.

-Ella hizo que el rostro del hombre cambiara, y resultó ser Dante. Iba a... matarlo, por lo que me puse en medio. Pero ella me ofreció su vida a cambio de dejar el anillo en la enfermería. Tuve que hacerlo, por lo que vine y dejé el anillo debajo de una de las camas... pero al dejarlo desapareció y con él, Caroline...

Parece que va a hacerme algo más, yo me preparo para recibir algún que otro golpe o grito. Afortunadamente, me suelta. Solo se va, y yo recuerdo de nuevo lo que siempre, cada noche y día, deseo olvidar.

2 comentarios:

  1. Ojalá ese encuentro no se hubiera producido, para que no se desencadenara la violencia de mi gesto...

    -Elisabeth-

    ResponderEliminar
  2. Nunca...nunca pienses que algo es fácil.

    ResponderEliminar