viernes, 25 de marzo de 2011

Ejem... ahora, mi versión

Se revolvía en sueños. Me hubiera gustado saber qué pasaba por esa pequeña cabecita. Cuando despertó comenzó a vestirse. Me encantaba esconderle un calcetín y que se pasara un rato buscándolo por todas partes. Siempre queda la sensación de que unos pequeños duendes lo han utilizado para hacerse un abrigo. Nadie piensa que quizá haya sido uno de nosotros.
Una de las niñas que compartían su habitación se rió. Se reían a cada instante y ella agachaba la cara.
Como cada mañana, salió corriendo hacia el comedor, por una cosa u otra, normalmente llegaba tarde. Me hacía reír.

Supongo que es curioso, llevaba observándola un mes. Sí, tanto tiempo tardé en decidir cuando hacer aparición, pero no era fácil. Tenía que saltar muchos obstáculos y de entre ellos... a mí mismo.


- Chrystalle... Llegas tarde. Siéntate.- Era la madre superiora, y su pose a pesar de tener una avanzada edad, se mantenía recta. Qué mujer tan particular.

-Discúlpeme.- dijo mi pequeña. Una risa, otra vez la cría esa. ¿Qué le hacía tanta gracia?

-¿Qué pasa?- preguntó Chrystalle como leyéndome la mente aun sin saber siquiera mi existencia

-Que eres tonta – narices, que niña tan estúpida

-¿Por qué? Si no he hecho nada.

- Estás sola, siempre estarás sola, porque eres una niñita tonta - ¿ah, sí? Ya verás...

-¡Claudia! – la voz de la madre superiora, reconozco que casi me sobresaltó. Casi.

¡Plato va! Te gusta reír, ¿verdad? Riámonos todos. Lo conseguí al fin, sonrió, aunque bajando la cara para que nadie la viera. Sin embargo no acabo en risas, “lo siento”, pensé sacando la lengua a quien no podía verme.

- ¿Y tú de qué te ríes? Madre, ¿no es pecado reírse de los males ajenos?- ¡menuda cría! ¿de qué manicomio se ha escapado?

-Bueno, yo estaré sola, pero veo que tú te has enamorado del plato de comida, así que os dejo a solas.- ¡esa es mi chica!

- ¡Chrystalle! Ahora mismo, las dos, a la capilla. Vais a fregar el suelo pero antes haréis diez cruces con la lengua sobre él- las miró de forma severa. - ¿Ha quedado claro?

Claudia se levantó y Chrystalle la siguió hasta la capilla.

- ¿Ves lo que has conseguido? Si te hubieras quedado calladita...- le reprochó en el camino.

- ¿Yo? Pero si has sido tú la que se ha puesto a meterse conmigo sin motivos.

- Yo solo me he reído, ¿No está prohibido, no?

- Yo también, así que estamos en las mismas.

- Definitivamente, eres tonta. Supongo que por eso te abandonaron tus padres, ¿no? - ¿alguien le ha explicado a esta mocosa lo que es la educación?

-... Bueno... tú también eres huérfana, no deberías hablar tanto.- Yo no tengo padre, y mi madre murió – lo cual no justifica tu comportamiento, pensé

- Entonces no te importa lo que los míos hicieran.- Desde luego que no me importa – Se puso digna y no dijo nada más hasta que llegaron a la capilla.

Al final llegaron a un acuerdo de supervivencia y ninguna hizo lo de chupar el suelo. Sí, chupar el suelo. Aun le estoy dando vueltas a cuál se supone que es la moraleja de ese castigo.

Reconozco que me había imaginado en cientos de ocasiones diferentes con ella. Me refiero a la forma de presentarme, de aparecer. No sabía muy bien cómo, por eso me mantuve tanto tiempo a su lado como una sombra. Pero ese día me había propuesto dar el paso. ¿Qué? Seré invisible pero también tengo derecho a ser vergonzoso o tener algo de miedo, ¿no?

Dejó la pelota a sus pies y en mi cabeza un diminuto Pepito Grillo me dijo “Corre, cógela. Es el momento”, así que decidí hacerle caso.
Me agaché y la cogí, llevándomela a la altura del pecho. Nunca, excepto cuando dormía, la había visto tan de cerca. Me daba algo de reparo acercarme cuando estaba despierta, a pesar de que no pudiera verme. En su rostro, tristeza y algo de desconcierto. Le sonreí.


-No me gusta jugar solo, ¿y a ti? – sí, se me habían ocurrido muchas formas de dar el paso, ya lo he dicho antes, pero a la hora de la verdad se esfumaron y me dejaron a solas con ella y la pelota.

-Pues…lo hago cada día…pero…- agachó la cabeza

-Pero… - me puse en cuclilla buscando sus ojos, que se perdían por momentos bajo una maraña de pelo negro

-No me gusta…-¡Anda, que coincidencia! - boté una vez la pelota - Aunque... esto es muy aburrido. Personalmente prefiero el escondite.

-¿Cómo se juega?-Te responderé si me contestas tú a algo.

-Vale… - tuve la sensación de que demasiadas preguntas se pasaron por su cabeza en ese momento

-¿Cuál es vuestro nombre? – cambié ligeramente el tono, no sabía muy bien cual adoptar así que me dije “prueba con varios, muchacho”

-Chrystalle, ¿y vos cómo os llamáis?- Levantó un poco más la cabeza

-Phoenix, como el ave. – me reí

-He leído algunos cuentos sobre Phoenix – bien, por fin una sonrisa que además, parecía sincera, ¡ja!

-¿De verdad? ¿Y qué se dice?

-Se consumen y resurgen de sus cenizas

- ¡Exacto! Ojala yo pudiera hacer eso... Bien, debería presentarme adecuadamente.- le tendí la mano e hice una leve inclinación. Ella me tendió la suya mirándome con curiosidad. Llevé su mano a mis labios sin llegar a besarla y levanté mi mirada de nuevo hacia sus ojos - Es un placer conocerla, milady Crhystalle – sus cejas enmarcaron una duda, me pregunto cuál sería

- Igualmente, señor Phoenix

- ¡Bien! - le sostuve la mano - El escondite consiste en lo siguiente: Yo cierro los ojos y cuento hasta veinte y mientras tú te escondes. Tú ganas si eres capaz de volver al punto donde yo he estado contando sin que yo te descubra y vuelva a él. ¿Qué te parece?

-Parece divertido, ¡venga, juguemos! – parecía animada

Comencé a contar con los ojos cerrados. Sin embargo no pude contenerme y cuando iba por el número tres, entreabrí los párpados y la vi tratando de esconderse en... ¿detrás de un árbol? Sí, bueno, si yo hubiera elegido un lugar para esconderme... hubiera sido tan malo como ese. Me reí para mis adentros.
El caso, es que la muy pilla ganó.


- ¡Bien! - se rió a carcajadas. Pensé que después de todo, parecía que no lo estaba haciendo tan mal

-Eres rápida, jovencita – la miré, frunciendo el ceño pero divertido

-O vos sois lento – con que sí, ¿eh?

-¡Mírala que lista! - sonreí

-¿Lista? Claudia dice que soy tonta… - su rostro se ensombreció por un momento

-¿Claudia? ¿Y quién es Claudia? Yo soy Phoenix y digo que eres lista. Al fin y al cabo, no somos más que nombres, ¿no? Y los nombres tienen la importancia que tú les des. ¿Te importa ella? – vamos, mi niña, ella no merece esa pena

No tenía que irme, pero estaría bien lo de crear intriga, así que le dije que sí, que tenía cosas que hacer. Por otra parte necesitaba sentarme y ver si tenía que medir el siguiente paso o simplemente dejarse llevar sería lo adecuado.


- ¿Esta noche quieres que vaya a verte? - le pregunté antes de retirarme

-¿A verme? A las habitaciones no pueden venir chicos

- Esas son las normas... cierto. Pero... ¿no se hicieron las normas para que algún insensato las burlase? No te he preguntado si puedo "según las hermanas"- Puse las manos en posición de rezo, lo más cínico que pude - ir a verte... te he preguntado si quieres que vaya.

- Bueno... acabamos de conocernos. Igual así no me sentiría sola, pero ¿queréis vos venir?

- Desde luego. Acabamos de conocernos pero... tengo la sensación de que muchas cosas cambiarán de ahora en adelante - me puse de rodillas y la miré con broma en la cara.- ¡Si, quiero!- ella me respondió con una sonrisa

-Sois muy extraño, y muy gracioso – añadió mientras continuaba riéndose

- Vaya... lo habéis notado. Suerte la mía - hice una exagerada reverencia - Nos vemos esta noche, milady Chrystalle

-Hasta esta noche, señor Phoenix – imitó mi gesto de despedida y me marché.



Hasta la noche, mi joven damisela. Terminó el tiempo de las pesadillas.

··Phnx··

2 comentarios:

  1. Bueno, al fin y al cabo eres la luz de mis sueños, mis pesadillas se esfumaron con tu llegada al igual que mi tristeza.

    ~Crhystalle~

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  2. Noodle: ¡Já! Sabía que había sido él quién escondió el calcetín y quién hizo eso a Claudia. Eso sí, ni se me pasó por la cabeza que me había visto esconderme.

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