jueves, 2 de febrero de 2012

Un rescate diferente

El sonido de una espada de madera surcando el aire, unido al de una joven damisela que declamaba de forma exagerada un teatral “¡salvadme, joven caballero!”, bastaban para crear una escena de lo más curiosa.
El pequeño hacía equilibrios sobre una de las camas, dando un salto para esquivar al horrible dragón imaginario que tenía a la doncella atrapada en la alta torre, que no era sino la cama de enfrente.

- ¡No os preocupéis, princesa! ¡Soy un valiente guerrero y no permitiré que este dragón tan feo os haga daño!
- ¡Ohhhhh caballero! ¡Sois tan valiente! – ella hacía aspavientos con las manos mientras ponía cara de espanto mirando el reñido combate que estaba teniendo lugar entre aquella bestia y su futuro salvador

Tan enfrascado se hallaba el muchacho en la ofensiva y tan absorta ella contemplando la noble acción, que ninguno de los dos vio el inminente peligro que les acechaba.
Tras la dama surgió una figura, lo suficientemente ágil y silenciosa para no ser descubierta hasta que apresó a la princesa tapándole la boca para que no profiriera grito alguno y atrapándola con el otro brazo.

- ¿Habéis descuidado a la princesa, joven guerrero? – el hombre, vestido con una camisa blanca de mangas anchas y unos pantalones oscuros, apenas podía disfrazar la sonrisa de su rostro
- ¡Oh, no! – exclamó el pequeño al verle – El dragón se ha apoderado de la princesa, ha aprendido a hablar, ¡y ahora encima es más feo que antes!
- Mucho más feo, ¿qué haréis ahora? – retiró con suavidad la mano de la boca de la doncella y la rodeó con ambos brazos
- ¡Combatir! ¡Hasta la muerte si es preciso!
- ¡Me temo que lo será!
- ¡¡¡¡Sea pues!!!!

El chico salió a la carrera hacia el terrible “dragón” y la dama, y cuando se encontró delante saltó sobre él, haciendo que los tres cayeran sobre la cama.

- ¡Rendíos! – ordenó el infante
- ¿Rendirme? – sonrió Tomás – Tengo entendido… que los caballeros como vos tienen cosquillas…
- ¡¿Qué?! – si planeaba alguna frase ingeniosa, no le dio tiempo a lanzarla

Unos momentos más tarde, el chico no podía reír más y parecía derrotado e indefenso sobre la cama. La niña, en su caso, se encaramó al cuello de su padre.

- Creo que me quedaré con el dragón – afirmó mientras se reía
- Traidora… - suspiró su hermano
- A la cama – una cuarta voz acababa de irrumpir en la habitación, y con sus palabras ambos niños dieron un brinco y se apresuraron en meterse bajo las mantas, cada uno en su respectivo lecho – Buenas noches caballero – Margarita besó la frente de su hijo y se acercó a la cama de la pequeña – Buenas noches princesa – esbozó una sonrisa apartándole un mechón de cabello para besarla igual que a su hermano
- ¡Buenas noches mamá! – exclamaron los dos al mismo tiempo

La mujer se acercó al candil que daba luz a la habitación y con un leve soplido apagó la llama que vivía en su interior, dejando la estancia a oscuras y a los niños tapados hasta la barbilla. Pasó cerca de su esposo y le sonrió antes de salir del dormitorio.

- Buenas noches, hijos míos – cerró tras de sí la puerta y murmuró para sus adentros – Quizá algún día veamos dragones
- ¿Se trataba de un gran rescate? – la joven se encontraba al final del pasillo, con una mano ligeramente posada sobre el vientre y con una extraña mueca en el rostro
- ¿Estás bien? – él se acercó y pasó la mano cerca de donde tenía ella la suya, proporcionándole una leve caricia con el dedo pulgar
- Me está dando una noche difícil – sonrió – Quizá crea que no se encuentra en mis pensamientos y quiera llamar mi atención
- Deberías echarte – la cogió de la mano y comenzó a guiarla hasta entrar en su dormitorio – Ponte cómoda, te prepararé algo caliente – le pasó índice y corazón con suavidad por la mejilla y se dispuso a salir de la habitación
- Tomás – lo llamó, haciendo que él se girase
- ¿Sí?
- ¿Podrías… ayudarme con esto? – se señaló con una encantadora timidez a la ropa que vestía en ese momento, y él volvió a acercarse con una cálida sonrisa en los labios
- Será un placer

3 comentarios:

  1. Respirar donde nadie te ve, apartar lo que se espera de uno y poder disfrutar de la risa de un hijo, un lado humano detrás de los galones señor Tomás

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  3. Desde luego hay que ser un dragón para proteger y dar tal calidez a una familia. Quizás el señor Tomás fuera más dragón de lo que se imagina.- Eddy

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