martes, 14 de febrero de 2012

Buenas noches

- Eh, sonrisas, deberías probar esto – el muchacho le tendió una bota que amenazaba con ir cargada de vino – En serio, merece la pena
- Gracias – le respondió el hombre con sequedad cogiendo lo que le ofrecían y dando un leve trago


La noche había llegado y con ella cuatro peculiares aventureros habían caído, unos antes que otros, en los brazos de Morfeo. El cielo estaba tan claro, aun en su negrura, que las estrellas parecían farolillos prendidos a distancia para guiar a los viajeros extraviados.
El techo de la posada estaba ligeramente inclinado, pero lo suficientemente recto como para permitir a quien gustase sentarse sobre él para tener al cielo como única techumbre.

- ¿Qué hacéis vos aquí? – se retiró la bota de los labios y miró de reojo al joven, que tenía los ojos abiertos de par en par, como si le diera miedo que se le pudiera escapar algún detalle de aquel extraño lugar
- ¿Yo? – sonrió escrutando a su compañero - ¿Qué haces tú aquí?
- Sabéis qué hago aquí – le devolvió el recipiente de cuero – Pero vos…
- Les sigo
- ¿Por qué? - inquirió
- ¿Por qué no? – se encogió de hombros y amplió aun más su sonrisa
- ¿Siempre respondéis con preguntas?
- ¿Siempre habéis sido tan seco, huraño y arisco? – dio un largo trago después de que su compañero dejara el silencio en respuesta – Vamos, estás vivo, y la vida es como un caballo desbocado del que hay que coger las riendas. Tu caballo, tu camino, tu decisión, caigas o no en el intento
- ¿Por qué les sigues?
- No tengo nada que ver con este mundo, amigo mío… pero tengo que ver con el suyo. Hicimos una estafa, una treta allá en Londres. Pensé que nos pillarían, ¿sabes? Pero cuando Aeryn me lo propuso, además de pensar que estaba loca, no pude evitar seguirles. A partir de ahí… todo vino rodado. Creo que el peligro hace fuerte, pero sobretodo… creo que el peligro une. Y nosotros no somos nadie, aunque a la vez, bueno, es extraño, vosotros cinco sí que sois alguien, y no me refiero al tema de la magia, las espirales y los espejitos
- ¿Cinco? – le miró extrañado
- Tú también – hizo una pausa – Porque… te guste o no, señor cascarrabias, eres parte de ese peligro diario, y de nosotros. Lo siento, es lo que hay – dio un pequeño respingo para incorporarse y se ajustó los puños de la camisa – Buenas noches, Korvash
- Buenas noches… Arthur – respondió mientras su compañero se descolgaba del tejado

2 comentarios:

  1. Éste criado mío de 10 libras parece saber más de lo que admite- Eddy.

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  2. Palabras que se esconden, verdades ocultas como dagas en la noche. El vino es amigo de mostrarlas ante quienes juegan a mantenerlas al acecho.

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