lunes, 1 de octubre de 2012

"Bajo agua"


“Bajo agua”. Ese era el nombre con el que comúnmente los piratas y otros hombres de mar, conocían aquel extraño lugar. Lancel se había tomado al pie de la letra el dicho que reza “el capitán se hunde con el barco”, y para demostrarlo, cuando su propio barco encalló en la costa de Puerto Viejo, cansadas ya sus gastadas tablas de tanta agua y tormenta enfrentadas, decidió que era hora de echar amarras por última vez. Orillado y hundido, el viejo navío descansaba desde hacia bastantes años. La proa salía parcialmente a la superficie, permitiendo a los visitantes entrar por la escotilla para descender al interior, que a pesar de la pronunciada inclinación del barco, estaba plagado de mesas y sillas, e incluso una barra digna de cualquier posada, dispuestas para cualquier pirata o corsario que quisiera echar un trago, una siesta, o lo que se terciase.

Aquella noche el cielo traía quizá demasiadas nubes como para lanzarse a la mar, y un par de barcos se encontraban ya besando la costa de Puerto Viejo, y sus honrados tripulantes con un pie (o los dos) “Bajo agua”.
Dejando a varios marineros a cargo, el Nereida era otro de los barcos que acababa de echar amarras. Entre risas y promesas de un buen vino, varios de sus hombres bajaron las inclinadas escaleras de la ahora posada, y automáticamente una sonrisa se dibujó en el rostro de varios de ellos. Stefan miró a su alrededor, y ante ausencia de dama alguna desinfló el pecho y devolvió su espalda a su postura agazapada, a juego con los ojos. El capitán, como era su costumbre, echó un vistazo para anotar mentalmente quienes de los allí presentes podían conllevar problemas esa noche. Lobo y Florian, por su parte, se dirigieron hacia la barra sin más dilación que un par de saludos, de Florian con la mano alzada y de Lobo con una sonrisa amplia, respondidos de alguna forma por parte de quienes fueran (siempre, claro está, que no estuviera el saludado demasiado ebrio como para devolver el gesto).
Tras la antigua tabla por las que más de un prisionero o amotinado había paseado antiguamente, y que ahora servía a modo de barra, Lancel sonrió al verles.
- ¡Dichosos los ojos! ¿Ha sido el timón o el viento quien os traído hasta aquí? – Lancel puso un par de vasos sobre la tabla y vertió en ellos con rapidez lo que sabía más que de sobra que pediría cada uno de ellos
- El capitán, en realidad – Lobo sonrió y alzó su vaso a la altura de su nariz, aspirando el fuerte olor que desprendía – Ahhh… - suspiró – No se os olvida, ¿eh?
- Se me olvidará el día que a mis oídos llegue que navegáis cerca de esta costa y no echáis amarras para pasaros por aquí – rió
- Parece una noche tranquila – incluso fuera del barco, el capitán no bajaba la guardia ni despejaba sus formas
- Vamos, Razvan, relajaos – Lancel dio un leve empujón a su vaso, instándole a que lo cogiera – Y bueno… puede que para algunos no sea tan tranquila, o al menos noche al uso
- No hay mujeres, ¿qué tipo de barcos hay en puerto? – Stefan dio un trago rápido de su bebida y se frotó la nariz
- Dos, de piratas y corsarios con la cabeza llena de supercherías – asintió Lancel
- ¿Cómo puede traer mal fario llevar mujeres a bordo? ¡Al contrario! Es una bendición para los oídos, la vista… - Stefan negó con la cabeza con el ceño fruncido
- El tacto… - sonrió Lobo
- La música… - añadió Florian bebiéndose de un sorbo su vino, sin inmutarse por ello
- ¿La música? – Lancel lo miró extrañado
- Le gusta oír cantar a las mujeres – Lobo se encogió de hombros
- Hablando de… - Lancel retiró el vaso de las manos del joven pirata y lo apuró, soltándolo sobre la tabla con un leve golpe – Lobo – chasqueó la lengua – Debéis salir de mi barco
- ¿Qué?
- ¿Qué habéis hecho? – Razvan lo miró con severidad
- ¡Nada! ¡No me ha dado tiempo!
- A saber… - añadió Stefan mientras Florian asentía con la cabeza
- No ocurre nada, pero hacedme caso, os gustará salir, le he hecho cambios a la cubierta
- Os referiréis a la parte visible, imagino – supuso Lobo incorporándose sin entender muy bien aquello mientras el capitán escudriñaba el rostro de Lancel, que mostraba una amplia sonrisa
- Así, es, no perdáis detalle, os gustará lo que la vista ofrece
- Si vos lo decís…

1 comentario:

  1. ¿Qué ofrece la vista? ¿¿Qué??
    Alimentáis mi curiosidad, y aunque traiga mal fario no olvidaré mi viaje con vosotros. Quién sabe... quizá algún día coincidamos en el mismo barco.
    Hasta entonces.

    ~Chrystalle~

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