Sentado
sobre el marco de la ventana, como cada mañana, contemplaba el amanecer tras
las casas de la ciudad. A pesar de lo repetitivo del suceso, a sus ojos un
amanecer nunca era igual que otro. Le fascinaban, su mirada se perdía más allá
de las nubes anaranjadas, tratando de imaginar qué habría al otro lado. A
menudo soñaba con volar, más allá de los grilletes y los muros, más allá
incluso de las nubes y el alba, saludar a la mañana desde lo alto, como las
aves. Sin embargo, su sino era aquella prisión de arena donde todo se pudre por
dentro.
Dirigió
la mirada a sus extraños brazaletes, colocados desde hace años en torno a sus
muñecas. A ojos de cualquiera podrían parecer pulseras poco ostentosas, llenas
de grabados y símbolos que a simple vista pasaban desapercibidos.
Se encontraba recostado cuando un pájaro pequeño, del tamaño de un ruiseñor pero con los colores vivos del cielo, se posó sobre su vientre. El roce de las diminutas patas del ave sobre la piel desnuda le hizo sonreír, como si el animalito le hubiera hecho cosquillas.
Se encontraba recostado cuando un pájaro pequeño, del tamaño de un ruiseñor pero con los colores vivos del cielo, se posó sobre su vientre. El roce de las diminutas patas del ave sobre la piel desnuda le hizo sonreír, como si el animalito le hubiera hecho cosquillas.
- - Buenos días – pasó el dedo índice con suavidad sobre la cabecita
emplumada y el pájaro cerró los ojos – Es temprano – y asintió como si
comprendiera el silencio del animal – Lo sé, para mí también lo es, pero me
gusta ver esto – añadió señalando hacia afuera con la mirada
Pasó un
rato en compañía del animal, acariciándole el plumaje despreocupadamente, hasta
que un par de golpes en la puerta interrumpieron su paz.
- - Márchate, tú que puedes – susurró al pájaro poniéndole la nariz en la
cabecita mientras, a su vez, el ave emitía un leve y dulce silbido. Luego, la
dejó volar hasta perderla de vista.
De
nuevo, dos golpes en la puerta. Casi los había olvidado, al igual que su
encierro, pero la voz de quien le aguardaba fuera se aseguró de recordárselo:
- - Khalid, tenéis trabajo. Preparáos.
Momentos que dan el aliento de vida, y hacer de ese lugar algo más claro
ResponderEliminar¿Soy yo o últimamente en Metáfora solo hay prisiones, celdas, barrotes y torturas? ¿Se habrán dado cuenta los poderosos de que los finales felices no son para ellos y en venganza se dedican a encerrarnos a todos? ¿O simplemente quieren darnos emociones antes del final de nuestros "y comieron perdices? Mmm...bah, estarán amargados.
ResponderEliminarEn cualquier caso, Khalid, pueden aprisionar tu cuerpo, pero nunca tu imaginación: lo que nunca pasó nunca puede envejecer ¿no?- Eddy
A veces las cosas más simples encienrran las verdaderamente hermosas, aveces un simple aleteo, descubre demasiadas respuestas...
ResponderEliminar... Supongo