
Finalmente lo hice. Ahora pertenezco a la Sociedad de Cuentacuentos.
No importa si en un futuro me arrepiento, quizá porque no pueda abandonar o no tenga toda la libertad me que gustaría tener.
La libertad es algo demasiado difícil de conseguir, todo el mundo está preso en algo. Incluso en sus propios pensamientos y actos.
Puede que no tenga mucho tiempo para encontrar a Phoenix.
Pero no soy tan impulsiva como para aceptar misiones por doquier sin haber entrenado antes con mi habilidad o con cualquier otra arma. Soy débil y mi propio poder me controla.
Un poder que al parecer es de nacimiento.
Phoenix siempre me ha resultado un ser misterioso, un libro cerrado con una cerradura que no se deja nunca forzar. Aunque yo tampoco he querido obligarle jamás a que me hablara de sí mismo.
¿Quién eres, Phoenix? ¿Conocías ya ese detalle sobre mí?
Tantos años... y sé de ti lo mismo que supe al principio de conocerte. Solo tu nombre, tu condición y pocos detalles más.
¿Dónde estás? ¿Acaso tienes algún enemigo? ¿Tiene que ver tu desaparición con tus sentimientos hacia mí?
Ya me contaste una vez que mataste a un hombre por ello, por el simple hecho de que has cambiado tu visión de mí.
O puede que se trate de alguien a quién yo misma he molestado...
Pero ya no me importa el por qué. Solo quiero averiguar dónde. Encontrarte y salvarte. Me siento como si ahora yo fuera la amiga imaginaria. Sé que puedo y lo haré.
Aunque me cueste la libertad. Aunque me cueste la vida.
Y después... prométeme que recibiré al menos una explicación.
Muéstrame tu verdadera identidad para conocer a esa persona de la cual me estoy enamorando y saber... si debo continuar haciéndolo.