miércoles, 16 de febrero de 2011

Renacer

Abro los ojos, creo que por primera vez en mucho tiempo. La luz es cegadora, me atraviesa las córneas sin compasión. Me cubro el rostro con las manos y me incorporo. Tengo la sensación de estar hecho de aire, de ser inmaterial... de nuevo.

- ¿Estás despierto? – esa voz es como una brisa, jamás he visto a su dueño y no cuento con ello.
- De nuevo, después de tanto... – estiro los dedos, recupero la movilidad en ellos
- Espero que estés recuperado de la última vez y...
- Lo estoy – le interrumpo - ¿De quién se trata? – hace demasiado de aquello, pero no he olvidado el protocolo, así que termino de levantarme y me dirijo al enorme espejo. Siempre me ha recordado al del cuento de Blancanieves, solo que este no te tira los tejos ni tontea contigo. El cristal es negro y no refleja la luz. Apoyo la palma de la mano sobre él y siento frío. Mal empezamos, primera toma de contacto y... ¿frío? ¿Quién serás? – Muéstrame su rostro

Espero impaciente y la oscuridad comienza a desvanecerse. Una melena oscura se derrama sobre la pequeña carita de una niña que llora. Parece frágil, y desprotegida, como una flor en medio de una tormenta.

- No pierdas tiempo – la voz saca de mis pensamientos
- No lo haré – hundo la mano en el espejo y comienzo a fundirme con él. De repente paro en seco – No... no recuerdo mi nombre... Hace tanto que nadie me llama por él... – suplico con los ojos una respuesta que se desliza silenciosa en mi interior mientras paso al otro lado del cristal: “Phoenix”.

3 comentarios:

  1. Sin familia ¿Eh Phoenix?
    Tendrás que explicarme muchas cosas, aunque no sabré como acercarme a tu verdad.

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