jueves, 10 de febrero de 2011

Diario (II)

Dormí mal aquella noche. El frío calaba hasta los huesos, y no había forma de olvidar que estaba en la interperie, a merced de cualquier arbitrariedad o altercado. De vez en cuando me despertaban las voces de algún que otro paseante nocturno más o menos ebrio. Mi respuesta era encogerme más sobre mí misma e intentar hacerme invisible para todo el mundo. Hasta que llegara la nueva luz del día.
Fue entonces cuando me pregunté que paso sería el próximo. No tenía dinero, tampoco comida. Tan solo la ropa que había conseguido robar a uno de los criados. Cavilaba en esto cuando me topé con un hombre rudo que me empujó para seguir su camino.
- ¡Mira por donde vas, desgraciado! - me gritó entre el gentío.
Nadie percibió nada extraño, parecía que aquello era el pan de cada día. Debía marchar con cuidado. También me sorprendió el que me confundiera con un muchacho. Mi cabellera recogida sobre la ajada gorra y la amplia chaqueta habían producido aquel efecto. Tal vez fuera mejor así.

Caminé por las calles, intentando reconocer lugares y otros puntos de referencia lejos de la zona que solía frecuentar, que a pesar de todo era escasa. Pronto azuzó el hambre. El acto más atrevido del día fue el robar una manzana. No era bueno su aspecto, no mucho mejor su sabor, pero algo era algo. Me arrepentí al principio, pero el hambre acalló la voz de culpabilidad. Pero otros cumplieron la labor de mi conciencia.
Una mano me cogió del amplio cuello de mi chaqueta y me arrastró de mi seguro rincón. Al principio fue terror, pero quien me iba a decir en aquellos instantes que me salvaría la vida

2 comentarios:

  1. Curioso, es realmente curioso cómo se nos presentan las cosas a veces... y donde nos llevan a parar.

    ··Bufona··

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  2. El camino es duro, pronto encontrarás una mano amiga que te guie por ese mundo oscuro.

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