El
rugido en mi estómago.
Mi
corazón late con fuerza.
El aire
está más limpio que nunca, el sol brilla con tanta fuerza que me duele. Las
nubes han recuperado la forma de antaño, dibujan criaturas, cuentan historias
que dejé de contemplar cuando llegó la sombra. No hay oscuridad en mis ojos. No
siento el ansia, ni el hambre, ni la quemazón en el pecho que lucha contra el
instinto de sobrevivir.
Calma.
Silencio. Nada se agita en mi interior, soy dueño de mí mismo otra vez.
Quizás
los dioses les mandaron en respuesta a tantos años de súplica. Nunca imaginé
que fueran a responderme de una forma tan ruidosa.
Es como volver a nacer. Veo de nuevo la luz que las tinieblas atrapaban, y se lo debo a ellos.
Es como volver a nacer. Veo de nuevo la luz que las tinieblas atrapaban, y se lo debo a ellos.
Doy
vueltas al anillo en mi dedo anular.
“Enid,
creo que es hora de iniciar otro cuento”.
No sé
qué ocurrirá ahora, no sé qué misterios esconde la niebla de este extraño lugar
llamado Londres. Solo tengo una certeza: por primera vez en mucho tiempo, estoy
en casa.
Siempre puede ser hora de comenzar un nuevo cuento... o una nueva historia...
ResponderEliminarSaludos
J.
Tampoco os perdéis nada, ya veréis que en Londres tiene las mismas miserias y virtudes que Metáfora...sobre todo miserias.
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