miércoles, 24 de agosto de 2011

Recuerdos XIII

Los años fueron pasando cada vez más rápido. Me di cuenta que el tiempo pasa con más velocidad cuanto más creces, o también cuando más divertido es el momento. Ya cumplí los diecisiete años, a los quince pensé en escaparme del orfanato con Phoenix, pero él me dijo que aún era demasiado pronto. Aunque yo me sentía más mayor que nunca. Pero le hice caso y esperé. En realidad me decía que me fuera a los dieciocho para tener menos problemas, sin embargo ya estaba cansada de esos muros que aprisionaban y las burlas diarias de mis compañeras.

Hablaban constantemente de chicos, y de cómo querrían que fuera su pareja cuando salieran de ahí. Yo me quedaba aislada, era un tema que no me interesaba demasiado. Otras veces me gastaban bromas pesadas, o se metían con mi cuerpo. Tenía quince años y ya había sentido cambios que nunca me indicaron que sufriría, por suerte alguna chica amable me tranquilizaba explicándomelos. Pero ¿a quién le importaba lo que decían la idiota de Claudia y sus amigas? Lo que me importaba era todo lo que Phoenix me decía.

A los dieciséis comenzaba a ver a Phoenix más detenidamente. En fin, nunca antes me fijé en su gran atractivo, sino simplemente en lo dulce y bromista que es. Pero no me dejaba llevar por ese extraño sentimiento y era la misma de siempre.

Así que a los diecisiete años, decidí que llegó el momento de vivir aventuras a su lado. O al menos no estar aprisionada en un mismo lugar día tras día. No hubo demasiada complicación, Phoenix simplemente me sacó de allí, como aquella vez que fuimos a Escocia. Ni me enteré de que habíamos salido cuando de pronto escuché el ruido de la gente mientras hablaba, o los comercios ajetreados. Me sentí más libre que nunca, pero a la vez sin un lugar al que ir.

Sin embargo eso no importaba, mientras no estuviera sola podría sobrevivir en las frías calles de Londres.

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