domingo, 21 de agosto de 2011

Día de sorpresas

Ha sido un día cargado. Es increíble ver como Elisabeth, Drusila, Phoenix y yo nos hemos unido. Investigamos algunas cosas acerca del asesinato de la mujer de Bryan, y también tuvimos charlas bastante amenas. En fin, no es culpa de ellas que todo el lío se les eche encima.

Pero bueno, lo mejor de este día ha sido el final. Siempre quise saber sobre Phoenix, pero nunca quise preguntarle porque, bueno… no quiero presionarle a que me cuente sus cosas. Sin embargo no me sentó bien que Drusila pudiera averiguar más que yo con solo tocarle. Así que quería saber al menos lo que vio.

Tras divagar por las sombras de un pasado algo confuso, decidí preguntarle por algo de lo que se arrepienta… o no. Y no pensé que la conversación llegaría hacia un crimen cometido hace dos años. Arrancar la vida a un hombre que al parecer decidió que lo mejor era separarnos. No entiendo aún cómo pudo hacerlo, pero no puedo juzgar porque quizá algún día hasta yo misma me sorprenda de lo que soy capaz de hacer. Aunque espero que jamás suceda tal cosa.

Luego me tendió una caja. En su interior había algo que olvidé, algo que mis padres destruyeron y que Phoenix volvió a crear. Mis dibujos de cuando era niña, el recuerdo me enterneció, e imaginarle buscando los pedazos ya provocó que alguna lágrima se me escapara.

Había perdido la noción del tiempo, tanto que me sorprendí cuando Phoenix me reveló que era mi cumpleaños. Diecinueve años, ¿quién lo diría?

-¿Quieres tu regalo de verdad?- Me preguntó.

-Sí.- Me acerqué a él.

-Vaya, ¿no te ha gustado este?- Me señaló la caja. ¡Pues claro que me había encantado! Lo que pasaba es que el muy torpe no entendía que lo que buscaba era otra cosa más.

Aún así, para mi sorpresa, me tendió una esfera de cristal. Claro, cristal, muy gracioso. Bueno, ya me acostumbré hace años a que la gente relacionara mi nombre con ese vidrio transparente. Me reí para mis adentros.

Dijo que la abriera, y por mucho que miré no sabía cómo hacerlo. Entonces me confesó que debía pedir un deseo.

Estaba clarísimo…

“Deseo que Phoenix permanezca siempre a mi lado”. Pensé.

Y después al echarlo hacia arriba, su forma cambió hasta crear un hada que voló hasta el cielo, fundiéndose con las estrellas.

Si de verdad se cumple ese deseo, nunca tendré que pedir nada más.

Y para rematar mi cumpleaños, por fin me regaló aquel beso anhelado. Por supuesto que estoy enamorada de la belleza, ¿...o es qué acaso lo que me hace sentir no es hermoso?

2 comentarios:

  1. Te debemos una fiesta entonces, felicidades, y que sean muchos más
    - Elisabeth Lawrence

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  2. ¡Felicidades Christalle! Quizás algún día nos encontremos y podamos celebrarlo como es debido. Quizás ese día llegue antes de lo previsto. Un saludo.

    Emily Wallace

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