Ni siquiera hemos
podido darles una despedida digna, solo unos minutos de silencio han debido
bastar. Espero que encuentren el camino a través de las profundidades.
Las Fauces no nos lo
han puesto fácil. Los daños en cubierta son inestimables, pero sin duda lo peor
es el ánimo de la tripulación. Por suerte el casco no está dañado, pero habrá
que hacer algo con la mayor y el trinquete si queremos llegar a tierra… sea lo
que sea eso al otro lado del fin del mundo.
El cielo tiene un tono
violeta al atardecer y es aún más difícil que de costumbre distinguir el
horizonte. Las aguas son tan negras como el cielo cuando cae la noche, y parece
que el barco flota en la inmensidad de un océano negro y desconocido.
Dos días después de
navegar más allá de Las Fauces aún no hemos avistado tierra, ni otro navío, ni
siquiera un pájaro… nada.
¿Serán ciertas,
después de todo, tantas leyendas sobre este inhóspito lugar?
Supongo que pronto lo
averiguaremos.
James Hook
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