jueves, 11 de julio de 2013

Avanzar, vivir

¡A bordo de un barco pirata que vuela!
Dios mío, Arthur… ¿en qué momento has pasado de leer historias increíbles a vivirlas?
Paseo por cubierta, deshago y hago nudos, como hace no demasiado tiempo en el puerto de Londres. Cada vez que doy un paso y escucho crujir la madera bajo mis pies tengo la sensación de que voy a despertarme, de que nada de esto es real.
La brisa es suave, a pesar de la altura a la que estamos. Me asomo por la borda y bajo nosotros hay todo un mundo de cuento de hadas. He leído tantas veces sobre esto que se me hace… no sé, casi imposible que esté ocurriendo, y sin embargo un “¡Epim, asegura el rumbo!”, me saca de mi ensimismamiento. Es la voz del capitán, firme al timón. Siempre pensé que los piratas eran tipos sanguinarios, con dientes de oro y malolientes. Estos parecen incluso amables, ¡divertidos, digo más!

Miro a mi alrededor y tomo aire. Emily ha bajado a cocinas, posiblemente estará tratando de echar una mano, al fin y al cabo tiene más confianza en sí misma con eso de los cuchillos que con lo de las llamas. Es increíble que una cosa tan pequeña pueda ser tan destructiva. Ethan está apartado, como siempre, con esas cosas extrañas en forma de manos que le salen de una especia de mochila que lleva a la espalda. En su mundo, con sus ideas. A veces Ethan llega a darme miedo, y ojalá bromease al decirlo, pero no. Hay algo en él… que me da miedo.
Después está Edward, hablando a solas, o eso parece. Divaga, incluso diría que discute consigo mismo. El hombre elegante. A pesar de sus ropas, sus extraños modales y sus ambiciosos planes, solo puedo decir de él que es el niño mejor vestido que he visto en mucho tiempo. Yo no sé mentir, Edward, pero sé cuándo mienten (más o menos).
Y luego Aeryn. Intentando trepar por las jarcias, subirse a donde no sea posible, porque ella es absolutamente imposible. Es una especie de… esponja con patas, trata de fijarse en todo, de aprender de todo. Y aun aquí, y ahora, con un destino tan incierto como el que tenemos, no borra esa sonrisa de la cara. 
A veces no sé si es temeridad o simplemente que piensa que merece la pena vivir, sea lo que sea, pero vivir.

Korvash, querido amigo, no hemos cambiado nada, pero quizás no te importe en absoluto, quizás incluso lo prefieras. Seguimos siendo ese grupo de tarados que avanzan a base de “acierto – error”, pero siempre a carcajadas, para dejar claro dónde estamos.

Edward tira algo por la borda y suspira, y no puedo evitar recordar la promesa que me hice la vez que casi les dejo atrás, que pensé que marcharme sería la mejor alternativa.


Sé lo que hay atrás. Atrás no tengo nada. Sea lo que sea aquello que esté por venir, les tengo a ellos. Y eso… sí que es una aventura. Eso sí que es vida. 

2 comentarios:

  1. Lo que está atrás, atrás se queda...ya habrá tiempo de echar un vistazo atrás cuando escriban nuestro cuento- Eddy

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  2. Todo debe ser más rápido y fluido desde un barco volador. ¡Ay, quien pudiera! Soltar amarras y lastres y, simplemente, navegar...


    Saludos soñadores ***

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