Una vez más, la noche y la niebla se apoderaron del lugar. Había sido un día difícil y el silencio se había coronado rey del momento y la espera. A pesar de la calma, los ojos del joven soldado no se alejaban del horizonte, temiéndose un ataque que podría llegar en cualquier momento.
- ¿Buscando estrellas? – un muchacho sonriente, soldado al igual que él, se dejó caer a su lado, sentándose de forma despreocupada
- No se ven esta noche
- Ni esta noche, ni ayer, ni antes de ayer, ni el mes pasado… - Edahi se echó a reír – No sé si hace más tiempo que no veo estrellas o a mi mujer
- Creo que tu mujer te dará una bienvenida más cálida que esas de ahí arriba
- Oh, eres muy gracioso, tal vez podrías dejarme uno de tus escritos, quizá con eso el recibimiento sea aún mejor
- Dice muy poco de ti que me necesites para agradar a tu mujer – Korvash sonrió – Aunque si me lo pides por favor, podría dejarte alguno
- Muy amable – dijo con cierto sarcasmo mientras cogía una pequeña bota que colgaba de su cinto y luego dio un trago al contenido
- ¿De dónde demonios has sacado vino? – no pudo evitar la mueca de incredulidad
- La gente me quiere, ¿sabes?
- ¿Cuánto?
- Dos luar
- ¿Por esto? – señaló la bota soltando una carcajada – Vaya, eres un negociador nato
- ¡Ríete de otro! ¿Se te ocurre alguna otra cosa en la que gastar dos luar aquí?
- Está bien, siéntete orgulloso entonces de haber hecho un trueque horrible
- ¿Tienes tu arma? – el tono de su voz y la expresión en su rostro se tornaron serios de golpe y su mirada se alejó más allá del parapeto
- ¿Tanto te he ofendido? – la sonrisa se borró de sus labios y sus ojos se encaminaron hacia el mismo lugar que los de Edahi. Tras una pausa suspiró – Comenzará en breve
- Avisa a los demás – ordenó sin apartar la mirada
- En seguida, señor – Korvash asintió secamente con la cabeza y se retiró a toda prisa
- Va a ser una noche larga…
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