lunes, 28 de noviembre de 2011

Un triste adiós


Y al encontrarme en esa fría prisión me di cuenta de todo lo que había ocurrido desde que llegamos a este loco y fantástico mundo. Se me hacía tan lejano el día en que nuestros pies pisaron aquella extraña tierra, que parecía que había comenzado a vivir en ese momento. Recordaba a mi abuela y al olor del pan recién hecho; me recordaba tímida y distante con todo el mundo, y no recordaba haber tenido amigos en algún momento. Quizás es por esto que me resultaba tan extraño sentirme unida a mis compañeros de viaje, como si en mi interior tuviese un gran imán que me atrajese hacia ellos, como si nuestra unión ya estuviera predestinada. Lo que no podía entender es como un reino puede llegar a ser tan caótico e injusto; tan triste y cruel. Un país en el que una calle para niños es en realidad el más horrible y oscuro lugar, un lugar donde la gente muere de hambre por las calles. Un país en el que se juzga y tortura injustamente a las personas sin siquiera dejar que se defienda ante un tribunal.. Ya no me parecía un país tan mágico y encantador, cada vez se parecía más a la cruda realidad. Bueno, al menos ahora sé que por muy mágico que pueda ser un lugar, el mal siempre estará allí en alguna parte.
Gracias a mis compañeros pude salir de la prisión, pero de más está decir que ya no miraré aquel castillo ni a las personas que lo gobiernan de la misma forma. Nuestra siguiente y última parada fue en la calle de los niños. Aquella triste despedida me despejó la mente, habíamos pasado demasiado tiempo en aquellas tierras. No me gustan las despedidas, pero aquella en especial fue más que dolorosa. Al ver las caras de los niños me  di cuenta de lo felices que habíamos hecho a todas esas personas, y si por ello tienen que encerrarme y torturarme en una helada prisión, entonces que lo hagan. Pero por ahora debemos continuar con nuestro camino...¡Hay demasiadas personas a las que ayudar!

3 comentarios:

  1. Algunas veces las pausas son más curiosas que el propio camino. ¿Próxima parada? Una nueva aventura.

    ··Bufona··

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  2. Ni el castillo cambiará ni la gente que allí habita...pero sí pudimos cambiar una calle en la que quizás, solo quizás, ahora habita la esperanza. Quién sabe, quizás cuando volvamos los niños se nos hayan hecho mayorcitos, y quizás otros niños estén creciendo para tener el regalo que sus futuros padres tuvieron por unos desconocidos que estaban de paso.

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  3. Ojalá, ese sería el mejor regalo que me podrían hacer. ^^

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