jueves, 19 de mayo de 2011

Efímero

Que efímera es la felicidad, cuán corto es el camino que conduce de la libertad a la cautividad. Confiaba en que solo serían unas preguntas, quizá algún que otro proceso mágico. Aquí nunca se sabe. Bryan y Phoenix permanecían callados, al igual que yo. Mi acompañante susurró algo al oído de McCleod y tras ello dio paso a Phoenix para adentrarse en la prisión.

Su mirada era apagada. Supuse que las cosas no iban tan bien como pensaba que irían. Percibí el matiz claro de que intentaba hacer que me relajara con esa mirada. Pero fue más la angustia que me entró. Un leve roce en el mentón con su mano para despedirse. Como me hubiera gustado lanzarme a sus brazos y llorar, llorar como nunca antes se había escrito en la historia que describe la vida. Por desgracia, mis manos, mis brazos, mis lágrimas… todo mi cuerpo había hecho un pacto para quedarse neutro y paralizado. Y tras ese gesto, se adentró en lo oscuro de aquel infierno. “¡No te vayas! ¿Qué voy a hacer si no vuelves?” Quise gritarte. Como me hubiera gustado no venir, o irme a tiempo. Este lugar no ha traído más que problemas.

-Deberíamos irnos.-Escuché la lejana voz de Bryan.

-Yo me quedo.-Redundé.

Elisabeth entró en la estancia con un hombre algo…magullado. Ya sabía yo que aquí la justicia se la tomaba cada uno por su mano. Cada vez era más angustiante, no quería pensar que ahí dentro iban a hacer daño a Phoenix, pero viendo ese panorama era lo que parecía.

-Os habéis cebado.-Dije a Elisabeth de modo irónico y con desdén.

Explicó algo que la verdad, ignoré. No me apetecía escuchar más idioteces.

-Chrystalle, deberías irte.-Añadió Elisabeth. Estoy cansada de que la gente me diga lo que cree que debería hacer.

-Ya he dicho que me quedo aquí.

-No os lo recomiendo.-Empezó a hablar McCleod.-Aquí tan solo escucharéis gritos y creedme, no os resultará agradable.

-Podría afectarte.-Concluyó Elisabeth con ese tono maternal que realmente me desquiciaba.

-No me voy a mover de aquí, no molesto, ¿no? Y no voy a hacer nada raro, tan solo quiero quedarme.

-No va a salir de ahí de un momento a otro.-Añadió Bryan, lo que me hizo pensar aún peor de todo ello. Me parecía todo una máscara piadosa.

Para fortalecer mi argumento anterior, decidí caminar hacia una de las paredes y me dejé caer en el suelo sentada, con las rodillas flexionadas haciendo un hueco entre mis piernas. Metí la cabeza entre ellas y sin darme cuenta rodeé la misma con mis manos, agarrando con fuerza mi cabello. ¿Qué iba a hacer entonces? Esperar, solo esperar a que saliera. ¿A dónde iría sin él? ¿Cómo podría descansar por las noches si no me abraza? No quiero más pesadillas, y sé que volverán, ¡oh! Sí que lo harán. No puedo, no quiero… aquí me quedo.

Yo también te quiero, Phoenix. Lágrimas amargas se deslizaron veloces por mis mejillas.

1 comentario:

  1. NADIE debería decirnos qué hacer o a dónde no deberíamos ir sin ninguna explicación.

    ResponderEliminar