lunes, 22 de abril de 2013

Amigos que se van

- Su nombre es Fyrah, y es tuya 
Fueron las primeras palabras de mi padre cuando cumplí los diez años, el primer ruido que en la mañana de mi cumpleaños me hizo abrir los ojos y mirar a mi alrededor casi sin saber muy bien dónde me encontraba. Había vuelto a quedarme dormida en el pequeño granero, junto al caballo de Michel, con quien había tenido una extraña conversación hasta altas horas de la mañana. 
Cuando por fin conseguí enfocar pude ver a quién se refería mi padre. Ante mis ojos, una potrilla blanca, pequeña y asustada miraba de un lado para otro como quien intenta buscar una vía de escape. 
- Padre, es… 
- Tu responsabilidad. No es un juguete, no un muñeco. Piensa y siente, como tú, y ahora está a tu cuidado 

Me acerqué con cautela al animal y muy despacio posé mi mano sobre su hocico, dibujando en mi rostro una amplia sonrisa. 
- Hola, Fyrah … 


“Hasta siempre, Fyrah”. 
Abro los ojos y me trago las lágrimas. No es momento para llorar pero ya te echo de menos. No dijeron que esto sería fácil, ¿cierto? Cuando mi padre me dijo “no encontrarás ningún otro caballo como el primero” tenía razón. No habrá otra como tú. Brindaría por todas esas escapadas a escondidas de mis hermanos, por aquella vez que nos perdimos y casi me muero de frío pero te echaste detrás de mí cubriéndome con tu cabeza y tapándome con tu cuerpo. Brindaría por las largas caminatas nocturnas, y las charlas donde tú y yo hablábamos un idioma común: el silencio. Brindaría por aquella ocasión, ¿recuerdas? En que adelantamos al “imbatible” Ángelo y a Zanni cuesta arriba por aquella loma embarrada, y cómo nos reímos al verles llegar fatigados y maldiciendo también entre risas. Brindaría por cada pequeña aventura que vivimos, y por todas en las que te extrañaré. 
- Buena travesía, mi vieja amiga…

1 comentario:

  1. Toda pérdida ofrece la oportunidad de crear algo nuevo. No será lo mismo, y siempre que la recuerdes ella estará ahí de nuevo.

    ~Chrystalle~

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