sábado, 18 de junio de 2011

Sobre la prudencia...

- Shhh… tranquila - acaricia con el dorso de la mano la fría piel de su compañera - Esta noche tenemos un pequeño trabajo… después, podrás descansar - la eleva a la altura de su rostro y la besa dulcemente en la frente. Ella responde sacándole la lengua, casi juguetona y luego desvía su mirada, inclinando la cabeza hacia un lado - Lo sé… a veces yo también me canso de esto

Se incorpora y la suelta con cuidado sobre el lecho, observándola mientras se desliza entre las sábanas hasta quedar casi prácticamente oculta por ellas.

Fuera, la maleza gruñe durante un momento. Su movimiento es casi instintivo, como un parpadeo, escapa a su control. Lleva la mano, enguantada, a su cinturón y la posa sobre la empuñadura de un arma que aparentemente no medirá más de un palmo y se acerca a la puerta, moviéndose tan rápido y silencioso como una sombra. Aguza el oído aún más si cabe y con la mano que le queda libre, oculta su rostro con la tela del hiyab de forma tal que solo unos ojos extremadamente claros le quedan al descubierto.

Al otro lado de la puerta unos pasos se detienen, vacilantes.
Él no está nervioso, más bien cansado. “Que irrumpa o que se vaya... pero ya.”

Pasados un par de minutos esos mismos pasos se alejan, empezando una marcha lenta e incrementándola hasta perderse de nuevo.

Garsiv suspira.
- Muy inteligente por su parte... - retira la mano del arma y relaja el cuerpo – Seas quien seas, quien te haya mandado aquí... te quiere muy poco – casi de forma irónica, sonríe bajo la tela

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