domingo, 24 de febrero de 2013

Vuestro turno

Desposeído de sus pertenencias, encerrado, Korvash paseaba de un lado a otro del minúsculo lugar. La única respuesta que obtenía a sus incesantes interrogantes eran el eco de sus botas y el más absoluto silencio. Nunca le había incomodado el silencio, más bien al contrario, pero llevaba quizás demasiado tiempo en compañía de cierta cuadrilla de alborotadores, y habían conseguido que esa paz ahora se le antojase irritante. 
Ignoraba cuanto tiempo había pasado, pero al fin, algo cercenó ese silencio. Una voz, en absoluto desconocida y que le irritaba aún más que lo anterior, se dirigió a él con el mismo aire inmutable de siempre. 

 - ¿Os encontráis bien? – aun sin llegar a ver a su interlocutor, Korvash imaginaba a la perfección la expresión dibujada en su rostro 
- ¿Qué pretendéis? – respondió secamente con la mirada fija en ninguna parte y extrañando sus armas 
- ¿Aún no lo sabéis? – de algún modo, sabía que tenía una sonrisa desagradable en los labios, y eso le quemaba por dentro – He de reconocer que desbaratasteis mis planes… la idea era que los protegierais y, bueno… otras cosas llegarían, pero no, vos teníais que empezar a ¿tratar con ellos? ¿encariñaros? No os culpéis, amigo, no ha sido culpa vuestra, desde luego. Dudo mucho que hayáis sido insistente en relacionaros con ellos… ¿seguís ahí, Korvash? 
- ¿Vos qué creéis? 
- Fantástico… bueno, os apremio a que os relajéis y os pongáis cómodo, tardarán en llegar, pero vendrán 
- ¿Vendrán? 
- Vuestro encargo, vuestros… ¿amigos? 
- No vendrán 
- ¿Eso creéis? – una risa, sonora, inundó el aire 
- Lamento decepcionaros, pero no son estúpidos – el guerrero apretó los ojos con fuerza, tratando de creer sus propias palabras – No vendrán 
- Bien… habéis hecho vuestra apuesta, veamos quién gana, querido amigo. En este juego, al final, alguien habrá de perder algo 
- Vos… - susurró bajando la cabeza y apretando los puños – si os acercáis… algo más que la vida

miércoles, 13 de febrero de 2013

De nuevo, Londres


Se oyen las fábricas trabajando, los carros que son conducidos de un lado para otro por personas ajenas a todo lo que existe en mi auténtico mundo.
Siento ese olor de nuevo, el humo quemando mi interior y las calles malolientes y olvidadas.
Es una pequeña imagen, pero puedo ver a las personas caminar como máquinas, sin ilusión, sin sueños. Es todo... tan gris.

Parece que todo lo que dejo atrás está formado por miles y miles de colores, de olores, de sabores, de sonidos y suaves texturas. Y a través de la grieta por la que debo pasar todo es monótono, solo existen los tonos grises y los semblantes indiferentes.

-Tenéis suerte.-Escucho la voz de Bryan, mientras observo todo eso con la mirada vacía.

-No lo creas.-Respondo en voz baja antes de cruzar la línea que separa ambos mundos.

De nuevo en Londres, lugar donde más tiempo he vivido... pero donde menos he vivido realmente.
Al menos sé que alguien espera mi regreso, mi estancia aquí será breve.

O eso quiero pensar.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Herencias de palabras y ceniza


Legado... Guerra... Son palabras tan cortas y su peso me aplasta los hombros. Me surgen tantas preguntas que soy incapaz de encontrar una sola respuesta. A cada paso me siento más necio en un laberinto lleno de salidas a ningún lugar. Como un bebé asustado de sus primeros pasos perdido en una encrucijada de preguntas cuyas respuestas vuelan a lomos de graznidos grises y lluvias de ceniza. Si en la ciudad de la magia la esperanza se ha manchado de sangre... ¿qué me queda por creer? Solo me queda avanzar...

... Supongo